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~. Biografía .~
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01
~ Nacido en Murillo el Fruto
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Desde
Murillo el Fruto, Raimundo Lanas será, a comienzos del siglo XX,
«EL Ruiseñor Navarro», «EL juglar de la jota navarra, una de las
más bellas canciones del mundo». A las seis de la mañana del 23
de enero de 1908, nace en Murillo El Fruto Raimundo Lanas Muru,
hijo legítimo de Pascual y Evarista, naturales y vecinos
de esa noble villa ribereña, en su Calle Mayor número 33. Ya han
fallecido sus abuelos paternos Fermin Lanas y Ramona Gavari, también
de Murillo, pero pueden acompañarlo los maternos, Escolástico Muru,
igualmente de Murillo y Ruperta Beorlegui, de Tabar. Al día siguiente,
24 de Enero, recibe el bautismo de manos de don Norberto Zudaire,
regente de Santa María de Murillo El Fruto, por comisión del párroco
don Ruperto Bariáin, y es la madrina Lucia Beorlegui. Raimundo tiene
ya dos hermanos mayores que él: Rufino, el primogénito, y Cirilo.
Y a pesar de tener su padre solamente treinta años, pronto quedará
huérfano teniendo la madre buena que trabajar doblemente. De muy
niño sufre un ataque de polio; y a pesar de todos los cuidados que
le prestan en Pamplona, a donde le lleva solicitamente su madre,
quedará en él una leve cojera que no le impedirá alardes de acrobacias,
aunque su pierna izquierda mida algo menos de un centímetro que
la derecha, ni tampoco entrar de acólito en la parroquia. Para ayudar
a su madre viuda, que vive de una pequeña vaquería familiar, Raimundo
asiste a la escuela muy pocos años. Además, no raras veces llega
hasta la puerta y desde allí se marcha con algunos amigos a «hacer
novillos», y no precisamente por atender los novillos de casa, sino
para correr por los huertos, aliviándolos en ocasiones de su fruta,
y buscar nidos, perseguir lagartijas y todo lo que conseguirlo suponga
una hazaña a su edad. Travieso como pocos, nunca en sus travesuras
hace daño a nadie, aunque llega a ser campeón infantil en carreras
por los huertos delante de los guardias, hasta sacando con su pie
melones tempranos por las acequias como quien juega al balón. Apenas
aprende a leer y escribir suficientemente, deja la escuela para
trabajar ayudando a su madre.
Primeramente se dedica al pastoreo de sus vacas, no en vano a su
madre le llamaban la «pastorcica», mientras que sus hermanos mayores
trabajan ya en las labores del campo. Y aunque nadie le oiga, canta
siempre. Puede entonar melodías de todos los estilos. y no le importa
complacer a quien le pide tangos de moda como «Mamita» y «La cieguita».
Pero lo suyo es la jota navarra. Le nace de si mismo como un surtidor.
Y terminará siendo llamado «el juglar de una de las más bellas canciones
del mundo». Mientras cuida su vacada, sentado en el suelo canta
y sueña entre jota y jota. Se ve siempre cantando jotas en los mayores
escenarios y haciendo vibrar a todo el público. Apenas rebasada
la infancia, decide aprender lo antes posible el oficio de herrador
forjador y lo hará pronto con Eusebio Ascunce, maestro herrador
en Carcastillo. Un gran amigo será Anastasio Garde, también después
en la capital de España. Los viajes diarios le sirven para vender
los productos lácteos de su casa. Y sobre la bici, siempre marcha
cantando. Cuando cruza el puente sobre el río Aragón, le oyen desde
todo Carcastillo.
La figura de Julián Gayarre, el tenor de la voz de ángel triunfador
en el Teatro de la Scala de Milán, le arrebata. También había sido
pastor, herrero y cantador de jotas en sus primeros años. -¿y por
qué yo no puedo hacer como él, irme del pueblo, cantar en los teatros
y conseguir el triunfo con la jota? Cierro los ojos y veo y siento
todo esto como una realidad... pero a la fuerza despierto pronto...,
¿por qué habré soñado tanto? ¡Querer compararme con Gayarre!
El tuvo suerte y encontró quien lo ayudara... ¿Pero yo? ¿quién me
ayuda a mi, si no me conoce nadie? Aunque tampoco Gayarre, cuando
estaba de pastor, pudo imaginar que llegaría después tan lejos,
con sólo su voz. Y si alguien a él se la dio, también me la ha dado
a mi... Al despertar de sus extraños sueños, se acerca al gran río
de su tierra navarra, el Aragón, que camina al Ebro y con él a los
mares y puertos. Y entre pesca y nado, proyecta su vida aquel frágil
muchacho de Murillo el Fruto, todo voz, nacido el año mismo del
fallecimiento de Pablo Sarasate, un navarro internacional que hacia
cantar al violín. ¡Y cuántos en Navarra desde sus primeros
años han soñado así con la jota perenne de su tierra!
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02
~ Con la rondalla 'el AS'
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Los
hermanos Rafael y José María Iturralde Díaz destacan en el primer
tercio del siglo XX entre los mejores joteros de Navarra y de España.
Y en los labios tudelanos de José María, muy avanzado ya el siglo,
irradiará presencia el recuerdo juvenil del Ruiseñor Navarro. Por
los años 1917 y 18 se asienta en Tudela una familia de Murillo el
Fruto: Julián Lanas con su mujer Alejandra y su hijo Dionisio. Doña
Alejandra está emparentada con la esposa de un empleado de Caminos
de la Diputación Foral, la señora Antonia, cuya casa en la carretera
y en pleno campo brinda vecindad y juegos a los joteros Iturralde,
que cantan y crecen en una vivienda cercana, dedicada a tejería.
Pasando un tiempo, viene a casa de su tío Julián Lanas un chico
de Murillo el Fruto, llamado Raimundo, que quiere seguir aprendiendo
el oficio de forjador y herrador. Durante muchos ratos libres, va
a casa de su tía Antonia y encuentra allí como compañeros de juegos
y jotas a los hermanos Iturralde. Pronto se hacen amigos y siempre
que vuelva Raimundo a Tudela le faltará tiempo para ir a jugar con
ellos. Pero son muchos los amigos de Raimundo en Tudela: como Emiliano
Sáinz Alcaine, dueño del establecimiento llamado «Mi Bar», junto
al puente de hi erro,
verdadero entusiasta de la obra de Raimundo Lanas, «el navarro más
cantador de jotas y el cantador de jotas más navarro». Un eco del
estilo de Raimundo pervivirá en el juvenil temple jotero de su sobrina
Sarita Sáinz Andía. En plena plaza tudelana, desde el Café Royalty
-posteriormente Arbella- el público obliga a un amistoso desafío
entre Raimundo Lanas, Jesús Soria «Currusco», que llegará a ser
uno de los mejores amigos de Raimundo, y José María Iturralde. Jesús
Soria lo hace muy bien, y con gran habilidad en el falsete. Raimundo
tiene entonces menos experiencia que José María Iturralde y nadie
se atreve a decir quién gana, aunque todos ven que con su voz maravillosa
no le será difícil al jotero de Murillo el Fruto culminar pronto
en solitario su carrera emprendida. Aquella velada «a la fresca»
y al arte quedará inolvidable en Tudela. José María Iturralde enseña
a Raimundo Lanas varios estilos de jota navarra de gran bravura,
habitual en el jotero tudelano. Raimundo se recrea con ellos y los
llega a recrear con su personalidad y estilo originales.
Una gran cualidad de Raimundo es el universalismo de sus amistades,
sin acepción de ideologías y colores. Su corazón y su jota unirán
siempre. En Tudela se siente a gusto, ha encontrado un pueblo maravilloso,
que le acoge como suyo entrañablemente. Tiene tantos amigos como
tudelanos le conocen en la capital de la Ribera. Y le conocen todos,
desde el jotero de la rondalla «El As», Victoriano Arriazu «El Royo»,
hasta el maletilla y maniquí Antonio Clavero Montañés. La familia
de don Santiago Marsellá lo recibe y obsequia como a un hijo y le
anima a cantar, augurándole el mejor porvenir. Ellos y otros muchos
tudelanos, al ver que Raimundo trabaja sin retribución en casa de
sus tíos y que nada pide por sus jotas, se ingenian para que nada
le falte. La ilusión de Raimundo es cantar noche tras noche con
las rondas de mozos tudelanos. Y Tudela toda quedará transida inefablemente
de las melodías y el estilo del gran renovador de la jota, tan suyo.
Una noche, con ocasión de la feria agrícola de noviembre, rondan
juntos José María Iturralde y Raimundo Lanas, y dan una serenata
al gran escritor José María Iribarren, cantor excelso del folklore
navarro; Iribarren, que ya está en la cama, baja a la calle y les
felicita a todos. Raimundo había cantado su después celebérrima
jota: «Cojo la vara y mi carro, y voy por la carretera; no hay venta
en que no me pare, ni mujer que no me quiera», Iribarren sugiere
a Raimundo la sustitución de la palabra mujer por la de moza. Lo
recordará Iturralde: «¡Qué le íbamos a hacer! era tal nuestra nobleza
que todo nos parecía bien». Otro escritor internacional de Tudela,
Ezequiel Endériz, publicará en Toulouse su mejor libro titulado
«Fiesta en España» y evoca así los Últimos tiempos de la estancia
en Tudela de Raimundo Lanas, con quien convivió íntimamente: «No
se puede dar una mayor agilidad, una variedad mayor de estilos,
una voz más fresca y humana, una cuadratura más perfecta, una dicción
más pura y una inspiración más abundante. Raimundo era un genio
de la jota, como Gayarre lo fue del «bel canto» o Sarasate del violín.
Era la jota misma hecha carne».
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03
~ 'De Villafranca a Milagro'
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De Murillo a Carcastillo,
De Villafranca a Milagro,
Las jotas del Ruiseñor
Sobre el yunque resonaron.
Ángel
Napal, de Murillo el Fruto, contará en 1979, sus andanzas con Raimundo,
un año menor que él.
Juntos
van a la escuela hasta los doce años. Juntos cuidan
las vacas, a orillas del Aragón. Juntos rezan y asisten a misa,
y juntos cantan jotas... Ángel acompaña a la guitarra y hace el
dúo. Raimundo lleva la voz alta, y no solamente se conoce todas
las jotas navarras de antes, sino que crea las suyas propias, y
así, va creando y recreando melodías y letras.
Cantaban una noche de ronda ante una terraza, y al escucharle unos
viajantes de comercio de Zaragoza le proponen a Raimundo, de apenas
quince años, actuaciones en la ciudad del Pilar, que él de momento
rechaza. Un amigo suyo de Carcastillo será Victorino Irigoyen. Desde
Dax comunicaba sesenta años más tarde: «Soy un asiduo oyente de
La Jota, me veo muy contento de estos homenajes cada año a mi compatriota...
yo le conocí y hablé con él mucho... de muy pequeño venía
a Carcastillo a traer leche de la vaquería de su casa con un borriquillo,
y él mismo la servía con un cántaro por las casas. Después
se compró una bicicleta azul marca Alcyon... Casi siempre pasaba
de Murillo a Carcastillo cantando jotas... yo le oí cantar muchas
jotas en Carcastillo antes de hacerse famoso...»
De Murillo a Carcastillo
Raimundo Lanas cantaba,
Y al cruzar el Aragón
La corriente se paraba...
Y
no podía ser menos al escuchar aquella su voz divina... En Santacara,
Jesús Ibiricu conservará casi como una reliquia aquella bicicleta
en la que Raimundo volaba sin manillar, al aire sus manos y sus
jotas. Al pedirle uno de Carcastillo algo fanfarrón que cantara,
Raimundo, tan noble como travieso, en frase de su coetánea Antonia
Gabari, improvisó espontáneamente:
En Santacara no ciernen,
En Murillo ya no amasan;
Y en Carcastillo, señores,
«Gibadamente» lo pasan.
Y
Francisco Hualde escribirá: «Soñaba con el tenor Gayarre, Raimundo,
ruiseñor de todo el mundo... En el corral de El Pardico, hacia Cáseda,
había dos mozas que estaban locas por él; pero él no las quería
para novias. Yo tenia ovejas..., y había dos hermanos de Carcastillo,
Fulgencio y Silvio Pérez, «los plantainas», que pescaban y cazaban;
y Raimundo también era pescador...; y con ellos yo mataba un ternasco,
y hacíamos buenas meriendas, con unas jotas que siempre tengo presentes».
En Carcastillo, además del oficio de herrador, aprende técnicas
musicales que ampliará en sus largas estancias juveniles de Tudela.
Como herrador forjador trabajará de 1928 a 1930 en «La fragua del
señor Cosme», de Villafranca de Navarra. Como él mismo cantará,
«yunque y martillo forjaron la voz de Julián Gayarre» y forjan también
la suya. En sus rondas de jota le acompañan a la guitarra Pablo
Sánchez «Miriguindi» y Pablo Soret «EL Tocolillo». Y su voz es ya
tan extraordinaria, que cuando prepara sus actuaciones en un pinar
cercano, llega a reunir allí a todo el pueblo. Sigue recorriendo
los pueblos en fiestas, de Fustiñana a Lerin, y a Mendaza, de Caparroso
a Valtierra, de Tudela de Navarra a Tauste de Aragón. Hay noches
de verano que al regresar de su actuación tiene que ponerse a trabajar
de madrugada, dejando el reposo para el calor del mediodía.
Villafranca recordará las anillas donde ataba sus caballerías en
la casa de don Felipe Saleta De 1930 a 1931. Tendrá Raimundo en
Milagro un nuevo trabajo, en el «herradero de Pedro Pastor», y una
nueva escuela de jota con el jotero poeta Román Bayona y la voz
poderosa de Clemente Abad. Uno de sus más grandes amigos en Milagro
será Fausto Quiroga; y recuerda haberle oído cantar en pleno trabajo
la jota «Tengo un hermano en el tercio» con una calidad imposible
de repetir. Entre los discípulos en Milagro de Raimundo Lanas están
José y Pablo Anoz, padre este último de los Hnos. Anoz, tan destacados
en el mundo de la canción y discografía. Pablo Anoz dirá en 1978
«Había entonces muchos y muy buenos joteros en Milagro. A mi hermano
José, muerto después en el frente, y a mi nos tocó muchas veces
cantar con él, pero nadie pensaba en poder competir; cuando cantaba
Raimundo teníamos que callar todos. Todavía me emociona el recordarlo.
No estuvo mucho tiempo en Milagro pero en el poco que estuvo se
hizo con todo el pueblo. Era una persona a la que quería mucho todo
Milagro. Al despedirse cantó esta jota:
A Zaragoza me voy
y parte del extranjero,
Si en este invento fracaso,
Otra vez al herradero.
Mucha
gente del pueblo lloró al oírle cantar esta jota. Raimundo se despide
de su amigo Fausto Quiroga: «Me voy por el mundo con mis jotas».
«Adelante y que Dios te acompañe, puedes triunfar», le responde
Fausto. Y Raimundo, emocionado, no sabiendo qué dejarle como recuerdo,
le entrega un cinto suyo que después será muy apreciado en la familia.
Con él morirá en accidente agrícola el padre de Fausto, y con él
será enterrado. Pero la figura y las jotas de Raimundo quedarán
en el amigo y en sus hijos, uno de ellos misionero escolapio. También
se recordarán con cariño en las familias de Milagro, y en tantos
pueblos de Aragón, Rioja y Navarra como entonces recorrió. |
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04
~ La fascinación de su trayectoria
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Quedan
atrás para siempre aquellos sus primeros tiempos románticos de pueblo
en pueblo. Solamente en compañía de Jesús López, de Milagro, «El
Fleta», había recorrido Corella, Tarazona y Cervera del Río Alhama,
donde actúan en el café Legarreta y son invitados a probar los mejores
pajarillos y pimientos del pico. En Cascante se alojan en la fonda
de aquel célebre cojo que anunciaba su cuenta corriente en todos
los bancos de la plaza y sus cuartos de baño en el regadío; allí
pagan entre los dos seis pesetas. Cantando en la plaza dos jotas
entre cada vaquilla brava, llegan a cobrar treinta duros por tarde.
El popular Bartolo de Marcilla se encargará de pasar la boina en
Caparroso, Villafranca, Cadreita, Milagro y hasta en Peralta...
¿Pero cómo vais a cantar la jota en Peralta, donde están los que
mejor la cantan? «como nosotros no la canta nadie», responde con
sencilla convicción Raimundo. Y así se lo confirmaron los mismos
de Peralta, «encantados». Y seguirá con su amigo Jesús, «el Fleta»
por Castejón y Falces, Marcilla y Valtierra, y sobre todo por Tudela,
su patria chica adoptiva y predilecta. «Raimundo Lanas cayó de pie
en Tudela» manifestará «El Fleta». Quedaron atrás estos tiempos,
vivencia jotera popular de feria en feria, y siguen años de escenario
y apoteosis con el nombre de «El Ruiseñor Navarro».
Sus singladuras por toda España varias veces y por Cuba, Méjico
y Nueva York, sólo o en grandes compañías como la de Raquel
Meller y la de Ramper. Cuando en frase del humorista Ramper, ya
«tiene toda la familia colocada con un hermano en el Tercio y otro
en Regulares» sueña con recorrer toda América desde Argentina a
Estados Unidos, como se lo sugiere a su amigo «el Fleta» de Milagro,
con quien convive en Castejón unos días primaverales, de ilusión
por América y barca
sobre el Ebro. Como «el jotero mejor que ha habido en toda Navarra»
recordarán a Lanas tanto su amigo Jesús López «el Fleta», como su
esposa doña Isabel, de Medina de Pomar. En las tertulias literarias
llegará a ser evocado emocionadamente «El Ruiseñor Navarro» por
el escritor tudelano Luis Gil Gómez: «Fatiga de mulas, carga dorada,
pinares lejanos... La voz de Raimundo, timbrada y fuerte como la
bocina gigante de un Roldán bardenero, canta sus jotas, nacidas
en el pueblo. Sin barroquismos estériles ni atildamientos respondían
siempre plenamente a la lírica de los cancioneros populares...»
El doctor madrileño don Juan Riñón, que le oye en el teatro de La
Zarzuela a comienzos de 1936, llegará a decir cuarenta años más
tarde: «Ponía escalofríos en la carne y en el alma, he escuchado
después a muchos que no llegan ni a desatarle el calzado. Lo que
Gardel para la canción argentina y Negrete para la mejicana, fué
Raimundo para la navarra»
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05
~ Ruiseñor de los jardines de la Taconera
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Por
los amigos de Tudela es presentado en 1932 Raimundo Lanas, su jotero
adoptivo, al director del Orfeón Pamplonés. Don Remigio Múgica le
escucha y no vacila en manifestar «Si quieres y pones voluntad,
puedes hacer mucho, con la garganta tan prodigiosa que Dios te ha
dado». La Escuela de Jota de Los Amigos del Arte le ayuda a costearse
su estancia en Pamplona. Es acogido familiarmente por los hermanos
Tomás y Eugenia Echeverría que viven con su madre viuda, doña Dorotea
Aldave, en el Paseo de Sarasate, 14, 3º derecha; y que llevan también
la Peña de Cazadores en la plaza del Castillo, con su servicio de
comidas. Del pago puntual de la pensión asignada se encarga mensualmente
la madre de Raimundo. En Pamplona estará un año largo. El Orfeón
Pamplonés y varias parroquias lo quieren incluir de modo fijo en
su elenco musical. Pero como dirá doña Eugenia, «él sólo quiere
la jota y seguir a su airico. Guarda siempre buena conducta y todos
son amigos suyos. Nunca pudiera tener un sólo enemigo por su manera
de ser». Canta solo y con Los Amigos del Arte y en el Orfeón Pamplonés...
Las calles y teatros de Pamplona son su gran escenario; pero, sobre
todo, los jardines de la Taconera, con un público de toda condición
que no se cansa de aplaudirle Hasta a León Salvador llega a cantar
en unos sanfermines.
Raimundo cree «estar en la gloria». Humilde y agradecido nunca olvida
a quienes han hecho algo por él; y años después seguirá hablando
con gratitud de don Remigio Múgica, del Orfeón Pamplonés y de Los
Amigos del Arte. Su saber musical para entrar y seguir connaturalmente
en los tonos debidos, su costumbre de vocalizar que no dejará un
solo día para «limpiar» la garganta y conocer cómo está de voz,
su gusto por el trato con maestros del canto... evocarán para él
siempre las horas del Orfeón Pamplonés. Pero es en Los Amigos del
Arte donde reafirma una vez más y ya para siempre su decisión
de llevar por el mundo el espíritu navarro y el temple de la jota
de su tierra, llevándola como única bandera. Aquella promesa de
grabar su celebérrima jota de «Las golondrinas cantaban»
en «Regal», le invita a soñar con un camino de grandes horizontes.
En la capital navarra, conoce al guitarrista Miguel Cenoz, de Ostiz,
que será su mejor amigo y compañero inseparable. Hace por él y le
ayuda «más que un hermano». Al tener que dejar Miguel Cenoz su casa
de Villava para trabajar en Cataluña, llama y anima a Raimundo a
encontrarse con él en Barcelona, para intentar la grabación de algún
disco. Esta oportunidad le ilusiona; a la ciudad condal marcha en
la cabina del camión de un conocido que se brinda a llevarle. Desde
este viaje, mientras dure su bohemia en pos del éxito, será siempre
su medio más habitual de desplazamiento. Cuando llega a Barcelona
va en busca de Miguel; y éste su amigo verdadero, jamás le deja
de la mano. ¡Cuántas veces podrá comer y dormir en una cama
gracias a él!
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06
~ De la discografía al éxito
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En
Barcelona visita Raimundo varias veces la casa de discos La Voz
de su Amo y Parlophon, sin conseguir siquiera que le escuchen. No
venía recomendado, ni era allí conocido; no podían perder
el tiempo con él. Los días que Miguel Cenoz tiene libres será llevado
por él a los cafés conocidos o a bares de algún navarro; y allí,
después de pedir permiso, canta como solista o a dúo con Miguel.
Cuando todos aplauden con el mayor entusiasmo, alguien más comprensivo
pasa una boina y recoge unas «perras» para Raimundo, aquel jotero
que se ha decidido a hacer de la jota su vida o a morir de hambre
en la demanda. Raimundo no pidió nada ni siquiera prestado, aun
en momentos de verdadera necesidad. En eso como en tantas cosas,
conserva el orgullo de su estirpe. Riéndose de estas andanzas contará
años más tarde a su esposa: «Muchas veces me ofrecían dinero
después de cantar y yo muy ancho decía que no, que tengo de sobra.
Y estaba sin cinco en el bolsillo. Menos mal que los tudelanos que
conocían bien mi situación, solían insistir: bueno, es igual: te
lo guardas para otro día». En Barcelona jamás pasará la boina él
mismo. Aunque las correrías y calamidades le han obligado a vencer
su inicial timidez, sigue resaltando en él un pudor innato que atrae
gratamente. Si le ofenden es valiente como el que más, pero si nó,
se mantiene discretamente replegado para todo lo que no sea cantar
la jota.
Miguel Cenoz tiene que estar un día en Barcelona y otro en Lérida
por su trabajo de cobrador de viajeros en una importante compañía
de autobuses. Como no quiere abandonar a Raimundo, lo lleva consigo
habitualmente; y en Lérida le hospeda en el piso de su padre, que
vive con una hija casada. Así llega a conocer Raimundo la geografía
catalana y en todas las fiestas de ciudades y pueblos aprovecha
para presentarse allí y cantar en algún local. Más adelante serán
poblaciones de Aragón y algunas de Castilla. Hasta a la misma capital
de España se acerca dos veces, sin conseguir lo que tanto busca:
entrar con alguna compañía para cantar sus jotas en los teatros.
Un día, en Barcelona, insiste con Parlophon y La Voz de su Amo,
ya casi desmoralizado. Si me escuchan ustedes un rato, les canto
lo que quieran. Si todo el mundo dice que lo mío es cantar ¿por
qué ustedes no quieren oírme? ¡Si hasta en el Orfeón Pamplonés
dicen que Dios me ha dado una voz maravillosa!. Al citar el Orfeón
se prestan un poco más a atenderle ¿y cómo puede usted justificar
que ha cantado en el Orfeón Pamplonés? «Basta con que escriban a
su director don Remigio Múgica». Entonces, por fin, se aprestan
a oírle y les canta todo tipo de canciones, lo que se le ocurre;
sobre todo, jotas suyas originales. Como despedida, le prometen
hacer algo: Vuelva usted dentro de quince días y tendrá la respuesta
definitiva. Sale desconfiado Pero al regresar se siente felicísimo.
La casa discográfica ha escrito a don Remigio Múgica y el director
del Orfeón Pamplonés ha respondido sin demora, «Raimundo Lanas es
un muchacho con una garganta prodigiosa. Con su voz tan modulada
y su timbre tan limpio puede cantar cuanto quiera, pero es mejor
que cante jota navarra, para la que tiene un estilo inigualable.
Personalmente lamento que no siga en el Orfeón porque en él hubiera
sido una gran figura». Con la seguridad de este historial, Raimundo
Lanas va a grabar su primer gran disco. Y es feliz, a pesar de las
condiciones que la casa discográfica le impone. «Comprenderá
usted que todavía no es conocido en este campo comercial y que el
grabar conlleva muchos gastos, comenzando por 'la cera' misma, que
cuesta ella sola 300 pesetas de plata... Le vamos a grabar, pero
sepa usted que no percibirá nada hasta que se hayan vendido los
primeros 500 discos...» Raimundo Lanas acepta jubiloso e ilusionado.
Los Pajes de Tafalla, en una grabación restringida, habían entreabierto
para la gente de fuera, el secreto de la jota navarra. Lanas, abrirá
de par en par las puertas de ese incalculable tesoro, por él abrillantado;
y lo ofrecerá generosamente en su voz y en esa discografía comercial
recién estrenada. No le importan imposiciones y sacrificios. En
discos, serie azul de 25 centímetros, graba como solista sus jotas:
«En los montes de Navarra», «Quisiera volverme hiedra», «Tengo un
hermano en el tercio»..., y a dúo con Miguel Cenoz, las tituladas:
«y voy por la carretera», «Es el más lindo querer» y «La Mejana»...
Le ha acompañado la rondalla Lizaga-Domingo. Estos discos y los
que inmediatamente seguirán, cambian la vida del gran jotero navarro.
Nunca olvidará aquella mañana radiante de su boda en la madrileña
iglesia del Pilar, cuando contrajo matrimonio Raimundo Lanas Muru,
hijo de Pascual y Evarista, con Carmen Bravo Pérez, hija de Francisco
y Francisca, siendo sus padrinos doña Concepción Pascual Souto y
don Vicente Martínez Feduchy. Por algo el Ruiseñor Navarro había
creado esta jota tan suya:
«De las rías de Galicia,
con la de Lérez me quedo,
porque en su margen nació,
la mujer que yo más quiero».
Pues
en El Grove había nacido el 10 de abril de 1913 aquella joven que
desde 1933 iluminó la vida y la inspiración del gran jotero navarro
a ambos lados del Atlántico. Cuando Raimundo sólo era un aspirante
al éxito en la canción, sin nada estable todavía en su vida, se
habían conocido ocasionalmente, junto a la Puerta del Sol. Un primo
lejano de Raimundo, Paco Céster, torero, paseaba por la calle Arenal,
con él y con un torerillo de Pontevedra. «¿Carmiña, dónde vas?»
preguntó éste, al ver allí de pronto a una paisana suya que venía
con otras amigas. Se detuvieron y él fue quien presentó a aquel
joven que entonces sólo vivía de canciones y sueños de artista.
Ellos las invitaron a tomar algo en la Casa Vasca, regentada por
Arteche, amigo
de Raimundo, al igual que su hijo Paco. Y éste, a su vez, las presentará
a Miguelín Unamuno, hijo del que ambos serán después grandes amigos.
Iba a ser un noviazgo difícil. La familia de Carmen Bravo no veía
bien la inseguridad económica de su hija con aquel joven cantante
de jotas, todavía a comienzos de 1933 en busca del éxito. Y a su
vez, muchos familiares de Raimundo preferían verlo entre ellos,
con un trabajo fijo, sedentario, y una esposa navarra conocida.
Pero Raimundo no había vacilado ni en tener que subir a la cabina
de los camiones para poder proseguir su camino hacia el matrimonio,
con aquella muchacha gallega tan dulce, buena y cariñosa. Todo quedó
superado, Y en esta su gran primavera de 1936, plena de éxitos,
les alegran su hogar dos hijos: Raquel, la mayor, nacida el 27 de
enero de 1934, y Raimundo Miguel, nacido once meses más tarde. El
nombre de Miguel se le había añadido por aquel guitarrista: Miguel
Cenoz, un navarro que para Raimundo «más que un amigo lo fue todo»,
en frase de Carmen Bravo.
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07
~ Zaragoza le dio el nombre
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Raimundo
Lanas ha grabado en Barcelona su primer disco para 1933. Su ilusión
es tan grande como las dificultades superadas. Los tres primeros
ejemplares los compra él mismo, regala uno a la Radio de Barcelona
y envía los otros dos a la emisora de Pamplona y Radio Zaragoza,
por medio de un amigo camionero. Y fue Radio Zaragoza la que obró
el milagro. Raimundo Lanas continuaba en su vida dura y difícil
en busca del triunfo. Por no ser gravoso a su amigo guitarrista
Miguel Cenoz, no aparece por su casa la mayor parte de los días.
De pronto, estando un día con él en un café donde se reunían los
camioneros amigos, llega uno de éstos y le dice: «Pero cómo, ¿tú
aquí sin un céntimo y resulta que en Zaragoza te buscan por todas
partes para que te «hinches» a ganar dinero? Tú no sabes la revolución
que está armando tu disco. ¡Es de locura! No se oye otra cosa,
está todo el día sonando». Raimundo le cree a medias; pero se anima
a regresar con él dos días después, una vez cargado el camión, sin
hacer problema de su ropa humilde y de su timidez inicial de entonces.
Era cierto que en Zaragoza había suscitado tan gran entusiasmo.
Todos escuchaban y cantaban las jotas navarras nuevas; pero nadie
sabia quién era el autor e intérprete del disco. Se hacían mil conjeturas
y cada uno opinaba a su albedrío. Se llegó a decir que era un paralítico
quien así cantaba y que por esto no se presentaba en público. Al
regresar camino de Zaragoza, se detienen en un bar para tomar algo.
Le invitan a un bocadillo y café con leche que es lo que suele tomar.
Después, ocasionalmente, canta unas jotas para un grupo que se lo
ha pedido. Y todos hacen la misma exclamación: ¡pero si es el del
disco! Ya con más confianza, hace Raimundo el resto del camino.
Cuando llegan, va directamente a la emisora. Comunica al portero
su intención de cantar ante el micrófono si le dejan; y se presenta
como Raimundo Lanas el del disco de La Hiedra. El recepcionista
le responde sin creerle: ¡Tanto gusto, pero no estorbe! Como Raimundo
insiste, el portero llama a un cargo superior, todavía más escéptico:
¡Si tú eres Raimundo Lanas, yo soy el obispo! Raimundo llega a tener
que jurarles que él es Raimundo Lanas y que viene de Barcelona exclusivamente
para que le oigan. Entonces hacen venir a un locutor que le permite
pasar diciéndole: ¡Puedes cantar pero rápido, porque no podemos
perder el tiempo! Al oírle y convencerse de que es Raimundo Lanas
en persona, todos se deshacen en disculpas y todo son nervios para
tratar de conseguir enseguida una rondalla, o al menos dos músicos
que con guitarra y bandurria le acompañen. El caso es ahora no dejar
que salga de allí sin que actúe. Al disculparse, le repiten: Imaginábamos
que se trataba de un hombre muy alto y fornido por la potencia de
los pulmones de Raimundo Lanas. Mientras se preparan, no dejan de
anunciar que tienen allí a Raimundo Lanas y que dos horas más tarde
podrán escucharle todos en directo. Finalmente, bien conjuntado
con su acompañamiento, puede cantar con todo su arte ante el micrófono.
El porvenir de Raimundo está salvado para la jota navarra. No cesan
las llamadas a la emisora y un público entusiasta que llega apresuradamente
para ver quién es y como es. Todavía con más prisa, acuden empresarios
de teatros y salas musicales; pero se adelantan los gerentes del
centro de espectáculos Gran Teatro Iris de Zaragoza, señores Elias
y Abentín, que ya no le dejan de la mano. 
Y desde la emisora se lo llevan a comer y a comprar la ropa adecuada.
Raimundo Lanas elige como su vestido jotero el típico de las fiestas
navarras que él mismo difundirá ampliamente por el mundo: pañuelo
y faja roja sobre una ropa blanca inmaculada y cintas rojas para
las ágiles alpargatas de los encierros taurinos: a mano la boina
roja para completar la bella estampa del flamear en el saludo. Los
mismos empresarios le llevan a una pensión escogida y le acomodan
todo lo que le han comprado. Y le han comprado de todo, hasta la
maleta nueva para que pueda tirar la tan traída y llevada
que tenía consigo y que iba a quedar para él como un símbolo de
las andanzas y penalidades dejadas atrás. Al día siguiente actúa
en el Gran Teatro Iris. El público se arrebata entusiasmado en ovaciones
continuas y vibración única de alma, arte y sentimiento.
En la prensa la gran critica se supera en elogios. Y todos coinciden
en que parece un ruiseñor de trinos maravillosos. En frase del «Heraldo
de Aragón», «ha sido una verdadera fiebre de navarrismo la que se
ha apoderado de nuestro público». Y Zaragoza bautiza a Raimundo
Lanas con un nombre artístico que será suyo para siempre: «El Ruiseñor
Navarro». Todos se extrañan de los estilos que canta, ¿Pero de dónde
has sacado esas jotas tuyas tan bonitas y tan difíciles de cantar?
Y Raimundo responde con tanta humildad como verdad: Alguna es arreglo
de jota navarra antigua, pero la mayoría las he ido creando yo mismo
a lo largo de mi vida. A partir del 5 de agosto de 1934, «El Ruiseñor
Navarro» vuela ya en las alturas de su ilusión de siempre. Le parece
estar soñando y da profundamente gracias a Dios porque ha llegado
a un triunfo artístico permanente, tras la difícil escalada.
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08
~ Voz admirable y estilo único
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En
1934 la jota navarra presenta uno de sus máximos creadores: El «Ruiseñor
Navarro». Será la revelación artística del año. Sus nuevas jotas
han sido impresionadas en discos «La Voz de su Amo», «Odeón» y «Parlophon».
Raimundo Lanas comienza su gira por España como «un gran estilista
de la jota navarra, formidable liederista, fenómeno de voz y estilo
prodigiosos». En un disco le ha acompañado la Orquesta Casablanca:
Cuando van a la Mejana, En las orillas del Arga, Pamplona tiene
cadenas, Tengo un hermano en el Tercio, Una noche en Lagunera, Dice
que me ha de matar, Quisiera volverme hiedra... También la rondalla
de la Orquesta Sevilla, le quiso acompañar en sus creaciones famosas:
Dos hombres tuvo Navarra, A la fuente voy y bebo, Una rosa del Moncayo,
Pamplona siete de julio... Con otro navarro, Miguel Cenoz, «el mago
del dúo», había grabado anteriormente, acompañado por la rondalla
Lizaga-Domingo, sus primeras jotas: Si canto me dicen loco, Por
ver el dormir que tienes, Dice que me ha de matar, Una noche en
Lagunera, En los montes de Navarra, Y voy por la carretera, Es el
más lindo querer, Cuando van a la Mejana; con la firma de Raimundo
Lanas como autor de letra y música, firma que no siempre aparece
destacada en las creaciones originales de Raimundo. Sorprenderán
finalmente otras grandes jotas nuevas. acompañadas también por la
rondalla de la Orquesta Sevilla: De segar de los Monegros, Vivan
los Fueros navarros, Bien se ve que es de Tafalla, Canta cardelina,
canta.
El domingo 5 de agosto de 1934 se celebra en el Gran Teatro Iris
un interesante festival con el aliciente especialísimo de
la presentación ante el público zaragozano «del notabilísimo
cantor de jotas navarras Raimundo Lanas». Y la crítica teatral comenta:
«La popularidad de Raimundo Lanas, cimentada a través de sus discos,
hoy tan en boga en nuestra ciudad, se vio claramente en la entrada
que registra el amplísimo local. Y Lanas, conocedor de su prestigio,
puso el mejor esfuerzo de su arte al servicio del público. Clamorosas
ovaciones subrayaron las jotas de «La yedra», «Tengo un hermano
en el Tercio», etc., cantadas por Lanas con voz admirable y estilo
único. En el festival del domingo, el excelente cantador navarro
revalidó sus indiscutibles méritos...» Inmediatamente se anuncia
para el sábado 11 de agosto «la segunda presentación ante el público
de Zaragoza
del formidable cantador Raimundo Lanas. el Ruiseñor Navarro, cuyo
debut en las funciones de ayer domingo en este gran teatro constituyó
todo un auténtico acontecimiento artístico, de éxito clamoroso»
Y las actuaciones de Raimundo Lanas en el Teatro Iris seguirán todo
el verano, como refleja la prensa aragonesa: «La jota navarra se
nos ha colado en Zaragoza, ¡Y de qué modo!, por boca de ese buen
cantador ribereño que se llama Raimundo Lanas» Divulgadas por discos
Y altavoces sus bravas jotas, ya hoy es más frecuente escuchar por
calles y plazas. en los fregaderos y en la arboleda, en las tenerías,
ese estilo navarro de Raimundo Lanas; que se presenta con camisa
y pantalón blanco, faja y boina coloradas y encarnadas también las
cintas de las blancas alpargatas. Cuenta 26 años y nació en un pueblo
de la Ribera de Navarra, que se llama Murillo el Fruto. Herrador
y forjador de oficio, cantó sus primeras jotas en Murillo. luego
en Pamplona en el Orfeón y en varios teatros y salones. Ahora se
encontraba en Barcelona llamado por una editora de discos: y como
jotero -ya de paso- dio varios conciertos de jota navarra en Tarrasa,
Sabadell y otras localidades de Cataluña.
Raimundo Lanas está encantado en Zaragoza, donde ya mucha gente
le pide a voz en grito la jota de la Yedra y la Mejana. Buena la
ha hecho Raimundo Lanas con sus jotas navarras. Las tres cuartas
partes de los aragoneses tienen familia en el tercio, en regulares
y en Alcalá de Henares... A trino vivo el Ruiseñor Navarro había
llenado, el domingo 5 de agosto de 1934, tres sesiones de tarde:
a las 5, a las 7 y a las 10 y media. Con el esfuerzo de este día
quedó definitivamente consagrado como una de las altas cúspides
de la canción popular de todos los tiempos. En el mano a mano con
el magnifico cantador de jotas aragonesas Francisco Redondo, de
Épila, «clamorosas ovaciones subrayaron las jotas cantadas por Raimundo
Lanas, con voz admirable y estilo único»...
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09
~ Sólo su voz para el triunfo
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El
gran Teatro Iris de Zaragoza atrae con su nueva estrella, en 1934,
los corazones joteros de Aragón. Le llaman el Ruiseñor Navarro.
Y llegan a pedirle que cante jota aragonesa: pero Raimundo Lanas
nunca quiere hacerlo: «Me gusta y es preciosa, pero yo soy navarro
y sólo deseo cantar a mi tierra y dar a conocer su jota, de tanta
calidad, y que está tan olvidada fuera de ella».
De pronto llega al Teatro Iris la compañía de Mercedes Serós que
estaba contratada con antelación. Esos días Raimundo descansa de
sus actuaciones; pero canta en el homenaje a la misma gran artista
Mercedes Serós, que queda maravillada y le propone incorporarse
a su compañía. Al llegar al Coliseum de Madrid, ella no vacila en
manifestar: «Si el maestro Guerrero no quiere pagármelo, yo misma
lo haré». Y tanto es el éxito en Madrid del Ruiseñor Navarro que
el maestro Jacinto Guerrero le contrata personalmente para si. Y
sin temor a que se molesten las primeras figuras, manda hacer unos
carteles murales de gran tamaño donde le anuncia a él solamente:
«Raimundo Lanas, el Ruiseñor Navarro, un prodigio de voz y estilo
jamás igualado. Oigan a este fenómeno todos los días en el Coliseum».
Las primeras figuras se molestan. Pero el maestro Guerrero responde:
«Me da igual: porque quien ahora me llena el teatro es Raimundo.
Y
hay que ver cómo el público, puesto en pie, le aclama diariamente».
Uno de sus mayores admiradores será Azorín, que recordaba
siempre su asombro al ver salir a un mozo lleno de tímida sencillez,
vestido de pamplonica, que desde las primeras notas le deja asombrado
por los trinos que lanza; y el público le aplaude más y más, y grita
Viva Navarra y Viva España con una fuerza que desde hacia muchos
años no se había escuchado. Y Azorin termina su relato: «Este
milagro se debe a un mozo sencillo y tímido pero que canta como
los ángeles». En el Coliseum seguirá largo tiempo el Ruiseñor Navarro.
Al marcharse aquella compañía, el maestro Guerrero lo retiene para
hacerle actuar como fin de fiesta después de una película. Está
entusiasmado con Raimundo y le retribuye muy bien. Raimundo lo considera
muy buena persona y que nunca trata de aprovecharse.
Raimundo triunfa solamente con su voz de Ruiseñor. Al salir del
pueblo, Lanas se comprometió consigo mismo a no volver, sino después
de haber triunfado. Sólo dejaba el campo porque había nacido para
cantar en jotas a su querida Navarra. Frente a contradicciones y
ausencias de apoyo, sólo por su voz ha triunfado.
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10
~ Con la Jota Navarra por bandera
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Después
de su presentación en Zaragoza durante quince días, el 21 de agosto
de 1934 es llamado Raimundo Lanas a Madrid para actuar en «el palacio
del espectáculo» de entonces, el Coliseum. Marchaba ya en Zaragoza
en compañía, con Mercedes Serós, María Antinea, «Los Tres Diamantes
Negros» y la Orquesta «Casablanca» con sus once músicos.
Su actuación de aquel martes fue inesperada para la critica: «Hubo
una gran sorpresa en la función de anoche, a cargo del cantador
de jotas Raimundo Lanas, incipiente artista que tiene una voz espléndida,
verdaderamente magnifica. y canta las jotas de Navarra insuperablemente.
Su éxito fue ruidosísimo y aún lo será mayor cuando pierda el pavor
que anoche presidió su debut». Desde aquel día su nombre pasa a
encabezar el anuncio de la Compañía en la guía del espectador: «EL
Ruiseñor Navarro, famoso cantador de jotas típicas, es aclamado
diariamente en el Coliseum en unión de Mercedes Serós...». Un critico
decía que «como cantador de jotas navarras puede afirmarse que es
un creador. Por eso el público, sorprendido y admirado, aplaudió
sin descanso su voz de maravilla y las armoniosas modalidades de
las jotas de su tierra, de la que su pecho de acero y su garganta
privilegiada son su mejor heraldo. Para cantar las excelencias de
la noble Navarra se ha revelado un joven que el público lo designa
con el sobrenombre de «EL Ruiseñor Navarro» y el público es juez
soberano para fallar en estas contiendas».
Sigue con Mercedes Serós en el Poliorama, de Barcelona. Y durante
las Fiestas del Pilar de ese año vuelve a Zaragoza
en nombre grande con la compañía del gran artista mundial Harry
Fleming; artistas internacionales extranjeros, y también españoles,
como Sepepe el popular caricato, para dos sesiones diarias y tres
el día 12 y el 14, domingo. Regresa Raimundo a Madrid al Excelsior,
donde actúa con las famosísimas estrellas alemanas Pearry Sisters,
llevado en la cabecera de reparto como «la auténtica revelación
artística de 1934, prodigio de voz y estilo jamás igualado».
Navarra vibra desde el primer momento con los éxitos de aquel hijo
suyo que se había marchado lejos superando dificultades, con la
jota navarra por bandera. Y acoge con verdadera ilusión estas noticias
enviadas desde la ciudad condal por el periodista tudelano Francisco
Subirán Moneo: «Raimundo
Lanas, jotero navarro, ha triunfado plenamente en España. Para matar
unas escasas horas de asueto, nos hemos metido en un teatro de las
Ramblas donde se nos ofrecía un cuadro de variedades que parecía
aceptable. El espectáculo resultó, en sus principios, endeble: y
el público disimulaba su aburrimiento con unos leves aplausos de
pura cortesía, al final de cada cuadro. Ya cercano el descanso,
sobrevino la sorpresa. A telón corrido, acompañado por un músico
de la orquesta en plan de guitarrista, hizo su aparición un muchacho
joven, tocado con la clásica boina navarra, pantalón y camisa blancos,
alpargatas, rojo pañuelo ceñido a la garganta y desbordándole por
los hombros. ¡Una figura viva, castiza, arrancada de una estampa
sanferminera! Momentos después, la sala rompía el hielo de su indiferencia
con sus ovaciones largas, cerradas, que exigían imperiosas la repetición
ilimitada del número. iEra la jota navarra y su inimitable intérprete
Raimundo Lanas! Y el público no se cansaba de oír el canto mágico
de infinita dulzura, que puebla las riberas y montañas de Navarra...
Y de tanto en tanto, las estrofas son un homenaje cálido a la tierra
que vio nacer al cantador. «Y el bardo termina su actuación enviando
un beso a su tierra lejana...». Hubo espectadores que al terminar
Raimundo Lanas sus jotas briosas y nostálgicas, tenían un «nudico»
en la garganta y los ojos un tanto húmedos. Y es que ni el tiempo,
ni las distancias, son capaces de arrancar de un corazón navarro
las hondas raíces de cariño y amor hacia su tierra.
Raimundo Lanas, no hay que decirlo, es navarro de los pies a la
cabeza. Nació en Murillo el Fruto, y en sus correrías por los pueblos
de la Ribera, trabajando en su oficio de herrador, tuvo su mejor
academia jotera. Y como de casta le viene al galgo, su familia:
padre, madre y dos hermanos, rinde culto a la jota navarra. -Mi
hermano el mayor -nos decía Raimundo- es una cosa seria cantando,
pues me da a mí cincuenta vueltas, pero no hay quien lo saque de
sus «piezas» y sus faenas agrícolas. Ahora he de volver a Barcelona
porque las casas «Odeón» y «Parlophon» quieren que les impresione
discos. Y para primeros de enero, fecha en que termino el contrato
firmado, tengo grandes proyectos, pues me sobran las demandas.
Admirable labor la de Raimundo Lanas. En Zaragoza, la «Meca» de
la jota, armó un alboroto, pues hasta los chicos de las escuelas
cantaban sus «joticas». A Lanas, cuando vuelva a Barcelona, le va
a rendir la colonia navarra un caluroso y entusiasta homenaje.
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11
~ Junto a Raquel Meller
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Grandes
Compañías rivalizan por incluir en su cabecera una y otra vez a
Raimundo Lanas. Hasta que prevalecen la célebre de Raquel Meller
y Amalia de lsaura. Con ellas recorre los principales escenarios
de España. De su presentación en el Teatro Español de Barcelona
escribió la crítica de la Ciudad Condal: «Llenaba la amplia sala
un público tan numeroso como entusiasta que no desperdició ninguna
oportunidad para poner de manifiesto su satisfacción a lo largo
de un programa brillantísimo. Las que pudiéramos llamar estrellas
máximas de la constelación son, naturalmente, Amalia de lsaura,
la extraordinaria pequeña gran actriz que posee una voz cómica desbordante,
y Raquel Meller, que goza de mundial nombradía... y «EL Ruiseñor
Navarro», poseedor de una voz intensa y bien timbrada, que sabe
manejar con gusto y al que el público obligó a repetir después de
una gran ovación...».
Al concluirse el año 1934, Raimundo Lanas merece ser destacado pictoricamente
en «EL Norte de Castilla», de Valladolid, el domingo 30 de diciembre,
en un apunte de «Geache» junto a Raquel Meller. la de «La Violetera»
y «El Relicario». Nunca iba a olvidar el Ruiseñor Navarro su gira
artística con Raquel Meller en teatros de renombre nacional: Coliseo
Español, Rosalía de Castro, Romea, Progreso, Kursaal, Principal
de León... En el escenario del Principado, «el jotero navarro cantó
una colección de jotas originales, de gran estilo, con no pocos
arabescos que revelan la agilidad de su garganta». Y en el Gracia
Barbón de Vigo «el famoso liederista Raimundo Lanas fue ovacionadísimo
en los motivos líricos que ofreció su fina y bella voz, su simpatía
y su estilo fueron justipreciados por el público que le dedicó incontables
ovaciones; y llegó a cantar más de diez números en cada función».
Según los santanderinos, en el Pereda «el Ruiseñor Navarro deleitó
al Público con bellísimas jotas navarras interpretadas con extraordinario
gusto». Y en toda España, «junto a Amalia de lsaura, la cancionista
cómica de «La pulga» festiva, y Raquel Meller «el Ruiseñor Navarro»
contribuyó a dar al espectáculo calidad dentro de la variedad. Es
un formidable cantador de jotas. Posee una voz de muy grato timbre
y de ese blanco color tan propio de los buenos joteros. Con esa
«voz de plata» cantó coplas en estilos dificilísimos y que
oíamos por primera vez. El público complacidísimo le ovacionó repetidamente».
El
Ruiseñor Navarro estaba ya en su cenit. Al ver su carrera ascendente,
una gran revista nacional no pudo menos de recordar aquel mano a
mano entre una de las figuras más destacadas del canto regional
de Aragón, Francisco Rodríguez Redondo, primer premio de cantadores
de jotas en distintos certámenes, y Raimundo Lanas, el cantador
que ha logrado mayores éxitos con sus estilos, conocido con el sobrenombre
de «El Ruiseñor Navarro»: «Un día, a jotas, un baturro y un navarro
se apostaron a correr; y, como dice la copla, el uno llegó primero
y el otro llegó después». El primero que llegó a Madrid fue el navarro
Raimundo Lanas, que triunfó de una manera definitiva, cantando sus
estilos y las letrillas que ha puesto a sus originales coplas. Raimundo
Lanas, pastor primero, herrador luego, artista más tarde, ha sido
una revelación en los centros artísticos de Madrid y en alguno de
los principales teatros. El público, tanto el que asiste a los espectáculos
como el que escuchaba la radio, conoce a maravilla esa jota navarra
de La Hiedra y los otros estilos peculiares de Raimundo. Con ellos
y con una valentía que para sí la quisieran muchos artistas, que
son grandes y siguen siendo pequeños porque carecen del arranque
que les había de proporcionar la popularidad, «El Ruiseñor Navarro»
se dio a conocer en Madrid y en Barcelona. Hemos asistido a sus
éxitos como espectadores, y nos hemos preguntado: -¿ Es tanta su
categoría como para llenar un teatro y hacerle repetir hasta quince
coplas? Y nos hemos contestado: -Sí, sí, sí; porque Raimundo Lanas,
que todo lo debe a su esfuerzo, a su tesón, ha sabido colocarse.
Y hemos vuelto a preguntarnos: -¿Habrá en Aragón cantador de jotas
que pueda luchar con Raimundo Lanas? Y volvemos a respondernos:
-Si, le hay, y dispuesto a no perder la pelea. Dos tendencias, dos
formas, dos regiones en pugna por la supremacía del canto regional
de cada una. Cantos igualmente
hermosos, que se complementan y respetan, como los habitantes de
ambos
«ex reinos». Dos muestras musicales de las regiones españolas, que
no rivalizan porque se aman. Como nos lo demuestra una adaptación
ocasional de Raimundo Lanas, que nos conmovió:
Pamplona tiene cadenas,
y Tudela su Mejana;
pero valor y virtudes,
Aragón y mi Navarra».
Sin
rivalidad alguna, como ha precisado Mario Alegría, actuó en el Olimpia
de Huesca Raimundo Lanas con Raquel Meller, resaltado especialmente
«el famoso divo de la jota navarra, el fenómeno del día con sus
portentosos estilos». |
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12
~ El Ruiseñor en Navarra
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En
sus giras por Navarra era saludado en el Teatro Gayarre el sábado,
primero de junio de 1935, como «el formidable creador de nuevos
estilos de jota con su nuevo y extenso repertorio... Va por los
escenarios cantando en coplas garridas el rango racial de esta tierra
bendita. Hasta ahora formando conjunto de agrupaciones artísticas,
va también solo y llena con su personalidad bien definida un fin
de fiesta muy meritorio».
En Tudela ha actuado ya en el Teatro Cervantes: «El espectáculo
lo valora la presencia de Raimundo Lanas. Tenemos en cuenta lo que
por Navarra ha hecho este modesto joven, y muy en particular por
nuestra ciudad, por la que siente verdadero cariño; cariño que lo
viene expresando en las coplas que propagan la fertilidad sin par
de nuestra Mejana y la fragante belleza de nuestras hortalizas.
Raimundo Lanas ha recorrido todos los ámbitos de nuestro país haciendo
llegar a ellos lo más exquisito de nuestro folklore musical, y en
un recorrido en que ha cosechado los más delirantes triunfos para
si y para nuestra patria chica, ha llevado a nuestros paisanos ausentes
el recuerdo de nuestra querida Navarra, despertando en ellos la
nostalgia con fuerza inusitada. Toda la prensa ha comentado en términos
muy halagadores sus actuaciones, destacando el hecho significativo
de que sus inimitables estilos sean interpretados por los mozos
de todos los pueblos, durante las rondas que improvisan o las que
tienen lugar periódicamente. A Tudela le corresponde hacerle participe
de un homenaje popular en justa correspondencia a la predilección
que por nuestro pueblo siente. Que sus horas de estancia en nuestra
localidad sean muy gratas». Aquel jueves, 23 de mayo de 1935, primera
actuación estelar en Tudela de Raimundo Lanas, a las siete de la
tarde y a las diez de la noche, quedó para siempre en el recuerdo
como un gran acontecimiento artístico de jota navarra, como «el
día de la presentación del «as» de las jotas navarras, El Ruiseñor
Navarro». El 26 de mayo de 1935, Tafalla acoge también con gran
entusiasmo la primera actuación oficial en la ciudad y presentación
del «as» de las jotas navarras, Raimundo Lanas. Todo un acontecimiento
artístico de jota pura. El Ruiseñor Navarro llena el Teatro Gorriti,
él solo. Está utilizando una fórmula original, se abre el espectáculo
con una corta película sonora de la casa Cifesa, sigue un breve
descanso amenizado por «el Terceto de Pamplona» contratado para
el acompañamiento del gran jotero, y Raimundo llena después toda
la función con sus nuevas creaciones. Así actúa a las siete de la
tarde y a las diez de la noche, con el mejor de los éxitos.
El Ruiseñor Navarro ha sido ya contratado para una gira internacional
más allá de los mares, como primera estrella. Su actuación en Tafalla
fue muy comentada «EL popular cantante de jotas navarras Raimundo
Lanas, que tanto se ha popularizado ejecutando sus jotas en los
teatros, discos fonográficos y estudios de radio, se encuentra pasando
unos días entre nosotros, en un descanso de sus últimas actuaciones.
Su estancia en Tafalla es debida también a tener que ultimar y firmar
un ventajoso contrato para sus próximas actuaciones en Méjico, a
donde tendrá que partir lo antes posible. Esta permanencia en la
ciudad del Cidacos por sus numerosas amistades, no se ha querido
que pasara desapercibida. Y así fue organizado en el Teatro Gorriti
un festival que puede bien calificarse de acontecimiento artístico por
el resultado del mismo. Tuvo lugar el domingo último en el mencionado
coliseo y Lanas, más conocido por el «Ruiseñor Navarro», logró
un resonante éxito interpretando sus ya populares jotas. El numerosísimo
público que llenaba el salón, entusiasmado premió su actuación con
numerosas ovaciones. Le felicitamos y sería nuestro agrado volverlo
a oír». Entonces mismo, un poeta de Tafalla escribió el primero
de los romances dedicados al Ruiseñor Navarro. Lleva el título sencillo:
Lanas y sus jotas. Por algo el gran jotero había mandado imprimir
así su primera tarjeta discográfica: EL RUISEÑOR NAVARRO, RAIMUNDO
LANAS , tenor. TAFALLA (Navarra).
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13
~ 'Buen viaje y buena garganta'
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'Raimundo
Lanas marcha a Méjico', pregonaba la prensa navarra en junio de 1935:
«Hemos sido visitados por Raimundo Lanas, el jotero navarro de tan
admirable estilo. Después de rogar hagamos pública su gratitud por
las atenciones que se le dispensaron durante su reciente actuación
en Pamplona, nos anuncia su próxima partida para Méjico, acompañado
de su esposa doña Carmen Bravo. El viaje lo hará a bordo del «Cristóbal
Colón», que zarpará de Bilbao el día 26. El famoso cantador de
jotas embarca rumbo a Méjico ventajosamente contratado. Ante la
numerosa colonia navarra y el prestigioso Circulo Vasco-Español,
Raimundo Lanas, tan admirado por muchos públicos, cantará allí sus
estilos. Deseamos al gran cantador navarro que al alcanzar sus éxitos,
que se dan por descontado, consiga al mismo tiempo enfervorizar
aún más los entusiasmos patrióticos de aquellos paisanos nuestros,
al gustar y sentir los cantares viriles de su suelo entrañable.
El contrato es para dos meses, pero el intrépido cantador lleva
propósitos de prolongar su estancia en América. Que el simpático
«Ruiseñor Navarro» obtenga muchos laureles y muchos pesos mejicanos
en la tierra de Cárdenas y Dolores del Río. Buen viaje y buena garganta».
Doña Carmen Bravo, la joven esposa de Raimundo Lanas, nunca olvidará
aquel viaje: «A principios de 1935 vinieron unos navarros de Méjico,
con el encargo de contratar a Raimundo para el verano y las fiestas
de San Ignacio de Loyola, organizadas por el Círculo Vasco-Español.
Traían el contrato en blanco para que él lo rellenase con la cantidad
que creyera necesaria. Querían llevárselo como fuese. Habían llegado
hasta allá sus discos y todos estaban ansiosos de oírle en persona.
Raimundo tuvo la gentileza de contestarles que, tratándose de navarros
y de vascos, él no ponía cantidad alguna. Sólo exigía ir como siempre
acompañado de su esposa; y que, una vez allí y según las actuaciones,
ellos le asignaran lo que considerasen merecía. Agradecieron muchísimo
este detalle...; y, aparte de los clamorosos éxitos de Raimundo,
nos agasajaban tanto y nos colmaron de tantos regalos, que estábamos
realmente aturdidos y emocionados. Nos faltaban días para cumplir
con los convites y con los viajes que nos prepararon para conocer
todo aquello...». En la prensa mejicana el jotero de Murillo el
Fruto venía precedido de gran fama: «Exquisito cantador de jotas», «En Zaragoza, en la mera mata de la jota aragonesa, sentó cátedra,
rivalizando con los más notables artistas y conquistando así a los
públicos donde actuaba», «Excelente intérprete del arte en una de
sus más gratas ramificaciones», «Los críticos le llaman -El Ruiseñor
Navarro-», «Lanas es noble y fuerte como su raza, gentil y caballero.
Artista de gran temperamento, hace vibrar a las masas con asombrosa
facilidad y les hace comprender lo grande que es su arte...». «El
cantante hispano, formidable estilista de la jota, es una verdadera
figura artística de la Madre Patria, donde ha realizado numerosas
jiras triunfales. Su voz de tenor le ha colocado entre los cantantes
más renombrados».
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14
~ En el país de los Mariachis
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Apenas
llegado a Méjico, Raimundo Lanas es presentado por don Serafín Domínguez
de Vidaurreta, Secretario de la Comisión de Festejos de la entidad
hispana que le trajo a la capital azteca. Así aparece el jotero
de Murillo el Fruto en una de las más atildadas fotografías que
de él se conservan, publicada por la prensa mejicana el 19 de julio
de 1935 con este epígrafe destacado: Artista que nos visita. «EL
famoso cantador de jotas de Navarra, Raimundo Lanas, a quien sus
paisanos llaman muy merecidamente "El Ruiseñor Nava-rro" se encuentra
en esta capital. Anoche tuvimos en nuestra redacción la visita del
artista. Se muestra lleno de gran regocijo por encontrarse entre
nosotros. -País -dice el famoso artista- que por su historia y su
leyenda tenia muchas ganas de conocer. A vuelo de pájaro me he dado
cuenta de que es muy superior a todo lo que me han contado de él,
estoy encanta- do de haber venido-. Según nos manifestó el señor Domínguez
de Vidaurreta, el Ruiseñor Navarro tomará parte en los festivales
del día 27 en el Palacio de las Bellas Artes; posteriormente, en
el Abre; el 4 de agosto por la tarde en el Parque España; el 22
del mismo mes, en el Frontón Méjico...».
Toda la prensa azteca seguiría
hablando de él: «EL Ruiseñor Navarro está en Méjico. El Circulo
Vasco Español, ha hecho venir directamente de España para que participe
en las fiestas de San Ignacio de Loyola, a la última y más interesante
sensación artística española: Raimundo Lanas, conocido en toda
la Península por el Ruiseñor Navarro, creador e insuperable intérprete de la Jota Navarra, que después de ganar el concurso de jotas
en Zaragoza, ha recorrido media España formando parte de la compañía
de Raquel Meller, asombrando a los públicos con sus jotas bellas
y emocionantes...».
Los españoles de Méjico aprovecharon toda ocasión
de disfrutar del arte del Ruiseñor Navarro y brindar con él, como
refleja la prensa de la gran metrópoli: «En el Circulo Vasco Español
fue ofrecido ayer a medio día un almuerzo en honor del Cónsul General
de España, don Julio Prieto Villabrille, nombrado recientemente
Ministro de Colombia, y para presentar al notable artista Raimundo
Lanas, "El Ruiseñor Navarro", quien acaba de llegar de España, contratado
por aquella Sociedad Vasco-Española para tomar parte en diversos
festejos. La reunión se distinguió por su franca y simpática cordialidad,
dedicándose al señor Cónsul muchas felicitaciones y augurándose
un gran éxito al popular intérprete de las jotas navarras. Asistieron
al acto, además de los festejados, el señor Gabriel Arrechea,
Presidente del Circulo Vasco-Español, doña Rosario Alvarez de Arrechea;
doña Carmen Bravo de Lanas; don Manuel Erreguerena y doña Josefina
Acha de Erreguerena; don Babil Pascual y doña Ángela de Pascual;
don Jaime Arrechederra y dona Josefina Arámburu de Arrechederra:
don Pedro Zabala y doña Raquel Bueno de Zabala; don Luis Cana y
doña Anita Gutiérrez de Cana; don Serafín Dominguez de Vidaurreta
y doña Francisca Gorráiz de Dominguez de Vi- daurreta; don Manuel
G. Linares. y otras personas...». Hasta en la fiesta familiar que
siguió al bautizo de María Dolores Arrechederra Sierra, en su casa
de la calle Zaragoza, 233, «cantó magistralmente» Raimundo Lanas,
el Ruiseñor Navarro, sus jotas personalísimas...
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15
~ 'Traigo un mensaje del alma'
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El
sábado 27 de julio de 1935 consigue Raimundo Lanas en el Palacio
de Bellas Artes de Méjico una de las culminaciones estelares máximas
en su carrera artística. Toda la colonia española había esperado
con gran ilusión este momento. A la sede del Circulo Vasco Español,
en la Avenida del 16 de Septiembre, número 51, con su restaurante
adjunto, habían acudido presurosamente los días anteriores para
asegurar la posibilidad de escuchar al Ruiseñor Navarro. Le acompaña
la Rondalla Navarra de la capital azteca. Al conjuro de su nombre
se han llenado todas las localidades del Magno Coliseo. Y desde
las primeras notas el Ruiseñor Navarro sabe conquistarse el cariño
de Méjico entero, en frase de un periodista allí presente, cuando
Raimundo Lanas comienza su actuación con este saludo:
«Desde la margen del Ebro,
Os traigo de mi Navarra,
Un abrazo fraternal,
A la nación mejicana».
La
rondalla dirigida por el maestro Arzoz tiene que esperar jota tras
jota, a que terminen aquellos aplausos arrebatados:
La jota navarra tiene
Un misterio inexplicable
Desde que fue la oración
Con que rezaba Gayarre...
Un
gran periodista comentará: «La jota navarra tiene un misterio inexplicable...
Es verdad. Las músicas de la jota, lo mismo navarra que aragonesa,
parece que están unidas intimamente con la voz de la Patria. Ambas
son sentimentales, ambas están llenas de brío, ambas hacen correr
por la sangre un escalofrío inconfundible. De ahí la pasión que por
sus jotas tienen los españoles y la admiración que por ellas sentimos
todos. Apenas oímos al Ruiseñor Navarro, es cierto, lo hemos sentido;
hemos sentido ese latigazo de los nervios; porque la jota navarra
es caliente, es vigorosa, se colora de alma española. ¡Y cómo la
hace llegar al pecho Raimundo! Con razón canta otra copla suya:
Cuando templa un navarrico
La guitarra entre sus manos,
De sus cuerdas nace un grito
Que en el pecho es un flechazo».
Canta
el Ruiseñor Navarro, y las notas que su voz lanza se adueñan del corazón,
a donde llega la flecha de lo que el alma siente. Por eso todos los
corazones de los españoles que le escuchan vibran de patriotismo:
y los que no son españoles se sienten como electrizados agradablemente
por el vigor de la música española que va envuelto entre delicadezas
de modulación y arte en el canto. No hay español, verdaderamente
español, que no sienta la jota. El pecho a donde no llegue el fuego
de sus notas, se puede asegurar está invadido por el hielo. Estamos seguros de que todo Méjico,
lo mismo españoles que mejicanos, ha de entusiasmarse recibiendo
en el alma esas canciones, sencillas como todo lo sublime, que no
son más que alientos, resuellos del corazón de España... A este
cantor de jotas navarras le admirarán todos los españoles, le admiraremos
todos los habitantes de la capital de nuestro Méjico. Porque a este
rapsoda le sucede en los teatros algo de lo que él cuenta le sucedía
en su pueblo, cuando marchaba con su recua por los caminos:
Cojo la vara y mi carro
Y voy por la carretera;
No hay venta en que no me pare
Ni moza que no me quiera...».
Así
veía a Raimundo Lanas el «Universal Gráfico» de la capital azteca.
Y otro rotativo precisaba: «La fiesta del alabadísimo cantador de
jotas, el Ruiseñor Navarro, en el teatro de las Bellas Artes ha sido
una de las notas sociales más grandiosas celebradas en él». Mientras, un gran semanario llega a afirmar: «En el teatro del Palacio de
Bellas Artes la compañía de las Hermanas Blanch representó la comedia
"Oro y Marfil". Ese día debutó Raimundo Lanas y cantó más de doce
números, haciendo en todos ellos derroche del gran estilo que posee
para la jota navarra. No en vano se le llama «El Ruiseñor». Fue la
nota principal de la fiesta, dejando ampliamente satisfechos a los
concurrentes, que tuvieron el gusto de oír a un solo artista doce
números diferentes, en contraposición con lo que acostumbran algunos
consagrados...».
También, la esposa de Raimundo Lanas recordará: «La
primera función en Méjico fue de gran gala en el Palacio de Bellas
Artes. Estaba hasta la cúpula. Era emocionante ver a tantos navarros
y vascos, tan fuertotes ellos, y que sin embargo no les importaba
que les vieran resbalar las lágrimas, que no podían contener al escuchar
a Raimundo y cómo una vez más cantaba a su adorada Navarra...».
Esta
gran gala del palacio de Bellas Artes que había comenzado puntualmente
a las 9,30 de la tarde, acogió en sus plantas y palcos lo más selecto
de la capital mejicana y llenó las lunetas de sus tres pisos, teniendo
los organizadores que incluir un aviso significativo: no valen pases
ni credenciales. Hubo también canciones por las Hermanas Águila, pero
el fin de fiesta de Raimundo Lanas iba a quedar como una de las «notas
sociales más grandiosas celebradas en el teatro de las Bellas Artes». |
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16
~ 'En la fiesta del Santo Soldado'
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La
capital azteca vivió la semana Última de julio de 1935 en ambiente
de Jota navarra: «El Teatro de Bellas Artes se vio pletórico de público
-la colonia española en masa- para conocer al ilustre paisano que
ya goza de un cartel popular casi comparable al que disfrutan Sarasate
y Gayarre, cada uno en su categoría. Gustó la actuación del Ruiseñor
Navarro. Primeramente se representó la obra andaluza de Quintero y
Guillén "Oro y Marfil", por la compañía de las hermanas Blanch; y
al final y en medio de la mayor expectación, apareció el Ruiseñor
Navarro acompañado por la Rondalla Navarra compuesta de cinco mozos,
todos vestidos con el traje típico. Y empezó a cantar Raimundo Lanas
una copla saludando al público de Méjico. Y desde que dejó escuchar
su timbre claro, fresco y bien sentido, con mucho sabor regional en
su acento, el público quedó embrujado por la manera, el estilo del
«Ruiseñor de Navarra», aplaudiendo con calor en los intermedios que
el cantador de jotas se daba a si mismo, para descansar y procurar
un desahogo al entusiasmo de los espectadores. Cerca de la madrugada
terminó el acto, que fue lucido en todos los sentidos; por su resultado
artístico y porque el «Ruiseñor de Navarra» confirmó lo que de él
se esperaba: que es una figura excepcional de la jota española -en
particular el mejor intérprete de la navarra-, y que posee una bella
y grata voz, que maneja con buen gusto y emoción...».
Y llegó el domingo
de San Ignacio, 4 de agosto de 1935. El Circulo Vasco Español se había
aprestado a celebrar una fiesta secular. De 1682 existe una pieza
oratoria del jesuita navarro Martín Rentería, de Vera de Bidasoa,
publicada con este título: «Elogio de San Ignacio de Loyola, Fundador
de la Compañia de Jesús». Por la mañana se solemnizó la fecha del Santo
Soldado, con una Misa en San Francisco, presentando el templo distinguido aspecto. La oración sagrada corrió a cargo del Padre Julio Vértiz
S.J., que estuvo elocuentísimo. La parte musical, bajo la dirección
de don Pantaleón Arzoz, fue asimismo muy selecta, destacándose la
actuación de Raimundo Lanas «El Ruiseñor Navarro» que interpretó el
«Goizeko lzarra», cantó a la Virgen «Estrella de la mañana», terminando
los coros con el vibrante Himno de San Ignacio. Poco después de las
dos de la tarde, en los salones de la Cervecería Modelo, cedidos por
don Pablo Diez y don Martín Oyamburu, tuvo lugar un banquete del Circulo
Vasco Español, ocupando la mesa de honor el encargado de negocios
de España, don Ramón María de Pujadas; el Cónsul Prieto Villabrille;
el Secretario de la Embajada, don José Núñez Iglesias; el Canciller,
don José M. Arguelles: Presidente del Círculo Vasco Español y de la
Junta de Festejos, señores don Gabriel Arrechea y don Ángel Urraza,
respectivamente; y otras distinguidas representaciones, entre ellas
honorables damas y miembros de los Centro españoles. En las mesas,
muy bien servidas por los hermanos Moscoso, tomaron asiento no menos
de quinientas personas; y la comida mantuvo una constante animación
y cordialidad. Menudeando, entre las canciones, las jotas, éstas últimas
a cargo del Ruiseñor Navarro, que fue objeto de grandes y entusiastas
ovaciones. A la hora del brindis ofreció el banquete en términos de
alta cordialidad, el señor Arrechea, y habló luego el Teniente Aviador mexicano, señor Martínez Garza, quien ensalzó a la aviación española,
hermana dijo, de la mexicana. Habló finalmente el encargado de negocios
de España, elogiando la obra de los navarros y vascos y teniendo expresivos
conceptos para los elementos del Circulo Vasco-Español. Allí mismo
se inició luego el baile, a los sones de orquestas y bandas de música,
y por la animación y entusiasmo de la fiesta, aquello más bien era
una sonada romería, pues a los quinientos comensales se sumaron numerosas
familias de toda la colonia española, prolongándose la Kermesse hasta
la media noche... Nunca habíamos visto una reunión así. En alegre
hermandad navarros, aragoneses, vascos, castellanos, catalanes, valencianos y mexicanos, transcurrieron las horas felices; ¡qué felices son
las horas en que la hermandad reina en los corazones! La fiesta estubo amenizada
por dos bandas de música y una orquesta. Pero en ella, como plato
extra para el mantenimiento del alma, cantó nuevamente sus jotas el
Ruiseñor Navarro, haciendo brotar gritos de admiración en unos y
lágrimas en otros dedicadas al terruño, cuyas auras refrescaban su
pecho al correr con las jotas del notabilisimo cantador. El presidente
del Círculo don Gabriel Arrechea había ofrecido la casa a todos,
españoles y mejicanos; contestando a su finísima atención el señor
Pujadas, representante de España, quien alabó la labor meritoria de
estos navarros y vascos, que recordando a su tierra loaban un jirón
de España, la Madre Patria. Hermosas fiestas las del Circulo Vasco-Español,
por sus notas de arte y alegría, y por la unión en el nuevo Circulo
de todos los españoles de Méjico como hermanos, juntándose de corazón
en sus fiestas y tendiendo una mano familiar íntima a los hospitalarios
hijos de Méjico. ¡Qué bien traído para esta fiesta un pájaro cantador,
el Ruiseñor Navarro...!».
Doña Carmen Bravo nunca lo olvidará: «Para
la fiesta de San Ignacio tuvo que aprender previamente un canto en
vascuence. Yo me aprendía también todo lo que él cantaba, pero no
sé escribirlo. Terminaba así: Agur agur Betiko, agur. Con los coros
que le acompañaban y con su Música tan bella, resultó precioso y de
una emoción indescriptible...». |
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17
~ Apoteosis en Hispanoamérica
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Una
carta desde Méjico comunicaba así a Navarra las actuaciones del
Ruiseñor Navarro: «Raimundo hizo su presentación el 27 de julio de
este año 1935 en el Teatro Bellas Artes de Méjico. Y él ha sido el
primer cantante del mundo presentado allí. El teatro, una verdadera
maravilla, y grande también el éxito alcanzado. En una sola función
se vio obligado a cantar quince jotas, porque nunca se cansaban de
escucharle. Si en Tafalla le gritaban «¡Ahí tú!» aquí eran unos gritos
por el estilo. Uno de estos días tendrá lugar su segunda actuación
y, si Dios quiere, su segundo éxito. Estamos encantados, sin un momento
de descanso, pues ahora mismo nos están esperando para comer en casa
del señor Urraza que está loco con Raimundo...». Ante estas noticias
no pudo menos de comentar Emilio Berruezo: «Navarra, plantío de músicos
eminentes, lleva en sus entrañas raíces de armonía. Una vez más
confirma este aserto un mozo ribereño que por las tierras de Moctezuma
va izando el pendón de nuestro arte, en unas jotas genuinamente navarras:
cosecha de casa..., que brota del Ruiseñor Navarro, como brota en
la cálida Ribera el melódico trino del jilguero, el gorjeo embriagador
del indomable ruiseñor y la variada tonadilla de la policromada cardelina...
Amigo Raimundo: sigue acaparando laureles tú por Hispanoamérica
y propaga por todo el mundo las bellezas de tu pueblo y las virtudes
de tu raza... Aquí encontrarás a tu regreso millares de manos para
aplaudirte como emisario del arte que tanto te honra y tanta fama
dio a tu pueblo...». Y en Méjico, Raimundo será llamado para todo.
Se descubre en el Cementerio Español un monumento erigido por el Circulo
Vasco-Español a la memoria del gran pelotari Joaquín Irigoyen
muerto en plena cancha el 10 de mayo de 1935. Y como homenaje, Raimundo
prepara nuevos números de su amplio y selecto repertorio para un concierto
en el Frontón Méjico. acompañado al piano por el maestro Pantaleón
Arzoz, y alter- nando melodías el cantante asturiano Fausto Alvarez.
Un gran semanario azteca comentará, tras esta y otras intervenciones:
«En los diferentes actos en que ha participado Lanas, ha sido escuchado
con nitidez por la selecta concurrencia. Interpreta magistralmente
y ha sabido mantener siempre sabor navarro en aires populares de su
región. como la jota, la canción eterna de España. Esta su canción,
es lo que más -por no decir lo único- que le interesa al gran Lanas,
y ha sabido llevarla a la altura que él sólo ha podido hacerlo; hasta
merecer con justicia que la crítica le haya impuesto ese nombre de
combate con que es conocido, "el Ruiseñor Navarro". La colonia española
supo aprovechar todas las ocasiones que el Círculo Vasco-Español le
ha brindado para aplaudir a este navarro de la voz de oro, artista
enorme cuyo único afán es complacer a los públicos, que vienen a escuchar
con deleite sus inimitables creaciones...». La culminación de la estancia
en Méjico del Ruiseñor Navarro iba a tener lugar en el Teatro Arbeu;
actuación de la compañia Misterio, romanzas por el tenor Joaquín
Alvarez y la soprano María Romero, a dúo conjunto del primer acto
de «Carmen», y la despedida de Raimundo Lanas, que se propuso -en
frase suya- «echar el resto» este sábado, 7 de septiembre. Fue una
«función extraordinaria, organizada por el Círculo Vasco Español».
Merecen un recuerdo de honor los nombres de la Directiva y Junta de
Festejos por su entusiasmo sin igual: Presidente, Gabriel Arrechea:
Tesorero, José Senderos: Secretario, Luis Gutiérrez Ocáriz; Protesorero,
Florentino Ariztia; Prosecretario, José Atáun; Vocales, Pedro Zavala,
Jesús lbarrondo, Serafín Domínguez de Vidaurreta, Bernardo Espinal,
Gregorio Irurita y Raimundo Aramburu; Suplentes, Emilio Lanzagorta,
Julio Izu, Marcos Ortiz, Babil Pascual, Manuel Erreguerena Acha y
José Goyeneche. Consejo de Vigilancia: Juan Aguirrezábal, José Maria Arrechederra y Martín Oyamburu. Junta de Festejos: Presidente, Ángel Urraza; Tesorero, Martín Oyamburu: Secretario, Raimundo Arámburu.
Vocales: Jaime Arrechederra, Julio Izu, Justo Mugueta, Manuel Erreguerena
Acha, Antonio Gómez y Roque Hurtado. «La labor vasco-hispana al par
que de confraternidad mexicana que están llevando a cabo todos los
dirigentes del Círculo Vasco-Español, merece el elogio que en estas
líneas les consagramos»; así podrá decir una revista mejicana, encima
de la fotografía típica como jotero de Raimundo Lanas.
Doña Carmen
Bravo, la esposa, recordará siempre: «Todas sus actuaciones allí tuvieron
el mismo éxito de público y crítica. Regresamos antes de lo que querían,
porque yo esperaba mi segundo hijo y la altura de Méjico me afectaba
bastante y, sobre todo, porque queríamos que naciera en España y
-como decía Raimundo- queríamos que éste fuera navarro. La mayor Raquel,
era gallega porque al ser la primera nació en casa de mi madre, y
con ella la habíamos dejado durante esta jira...».
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18
~ Desde Cuba a Nueva York
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Del
12 de septiembre de 1935, se ha conservado esta carta firmada en Méjico
por el Director de la Sociedad de Beneficencia Española, avenida
Cervantes Saavedra: «Sr. D. Raimundo Lanas, "El Ruiseñor Navarro",
Presente. Muy distinguido compatriota y fino amigo; Esta Sociedad,
por conducto del suscrito, tiene el honor y la satisfacción de dirigir
a usted la presente para expresarle nuestro muy cumplido agradecimiento
por el noble rasgo que ha tenido al ofrecer en nuestro propio Sanatorio,
y en obsequio de los enfermos y asilados del mismo, dos conciertos
de canciones regionales españolas, el 8 de agosto retropróximo y ayer,
día 11. Ambos conciertos vinieron a proporcionar a nuestros internados momentos de verdadero solaz espiritual, como un paréntesis en
medio de sus dolores físicos y morales. Aprovechamos la ocasión para
formular votos por su feliz retorno a la Madre Patria en compañía
de su honorable esposa; y sabe que estamos siempre a sus órdenes como
sinceros amigos y atentos ss. ss. R. Carbajal».
El recuerdo del Ruiseñor
Navarro iba a quedar inolvidable en Méjico «él realzó la alegría con
sus jotas inimitables, que hoy se escuchan tarareadas en las calles
por todo el elemento joven de la población iCon qué calor cantaba
el navarrico y con qué calor aplaudíamos todos y lloraban algunos!
Bien entrada la noche comenzábamos el regreso a nuestros lares. Y
dentro de nuestra mente revoleaba la copla hecha ritmo santo por la
gracia del Ruiseñor Navarro: «Corazón, corazón. de qué te quejas...».
«En las fiestas del Circulo Vasco Español de Méjico, con este sorprendente
cantador de jotas traído especialmente de España para ellas, todo
ha sido artístico, fervoroso y grande... iQué alegría la de todos
los corazones! Allí no había más que confraternidad entre navarros,
vascos y todas las demás regiones de España y amigos de Méjico...
En el propio círculo le fue ofrecida ayer una cena a la que asistió
en compañía de su esposa, doña Carmen Bravo de Lanas, y en la que
le acompañaron los señores Gabriel Arrechea, Felipe Unzueta, Miguel
Inda, Juan y Julio Izu Balmori, Juan Arrieta, Pedro Zabala, Pedro
Aramburu, Carmelo Grijalva, Serafín Domínguez de Vidaurreta,
Nicasio Salinas, Juan Aguirrezábal, Manuel Morodo, Bernardo Espinal,
Victor Fernández, Manuel Erreguerena Acha, Babil Pascual, Jaime Arrechederra,
Justo Mugueta, Manuel Echeverria, Julián Galdúroz, lqnacio Zabalegui,
Gerardo Ansoleaga, Alvaro Calleja, Lorenzo Irizo y Servando Bango.
Hizo la presentación durante los brindis el señor Pedro Arburúa...».
Y como en Méjico, en Cuba y en Nueva York. Cuba había saludado al
tenor Lanas en junio de 1935, con estas frases: «Entre los pasajeros
en tránsito del «Colón» figura, en compañía de su esposa, el tenor
español Raimundo Lanas, conocido en el mundo del arte español por
el «Rey de la Jota Navarra» y por «El Ruiseñor Navarro», quien va
contratado por el Centro Vasco Navarro de la ciudad de México. El
tenor Lanas ha confraternizado mucho con artistas cubanos que están
actuando en España, y nos informó que cada día gusta más en la Madre
Patria la música típica cubana, siendo de la mayor atracción en
los programas de variedades». Las actuaciones de Raimundo en Cuba tuvieron
el mismo éxito: «De La Habana recuerdo entre otras cosas -manifiesta
doña Carmen Bravo- el nerviosismo que les entró a todos los de La
Voz de La Habana, al querer contener aquel torrente de notas que salía
de la garganta de Raimundo. Vibraba el micrófono de tal forma que
no sabían qué hacer para que la audición saliera bien. Por fin acertaron
poniendo una gamucilla ante el micrófono y separándose mucho Raimundo.
Se quedaron asombrados de la voz y tonalidades que alcanzaba, acostumbrados ellos a canciones más suaves...». Después de «agregar un lauro
más a su ya pesada corona de éxitos», en frase de un critico mejicano,
Raimundo Lanas desembarca felizmente en España el 8 de octubre de
este su gran año de 1935. |
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19
~ Yo soy de esta tierra
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Al
día siguiente de desembarcar en Santurce, Raimundo Lanas es llamado
para Eibar el 9 de octubre de 1935 en el Salón Teatro donde ya antes
se había dicho: «en Navarra sólo puede cantar imitando al ruiseñor
un solo artista y éste es el tenor Raimundo Lanas». Su éxito se repetirá
allí mismo el martes 15 de octubre. presentado como «un gran suceso
artístico del formidable can- tador navarro llegado a España de su
larga y brillante jira por América» Le acompañaron como guitarristas
Marino Pérez, Cirilo Alonso y Francisco Elespe. El gran Cinema Baracaldo
se adelantó en el desembarco mismo para todo un acontecimiento de
triple sesión a las 5, a las 7 y a las 9,30, el sábado 12 de octubre,
con motivo de la festividad de Nuestra Señora del Pilar. Y después
de un docu- mental cinematográfico, siguió como fin de fiesta incansable
mente la gran actuación del «formidable estilista de jotas de su creación
Raimundo Lanas. El Ruiseñor Navarro. único en su estilo, el más grande
de los cantadores de jotas». al que acom- pañaron con guitarra y bandurria,
Garcia y Lafuente. Tampoco iba a faltar en las fiestas zaragozanas
y el Gran Teatro Iris tan suyos. Y seguirá recorriendo toda España,
con una doble fórmula: él solo para fin de fiesta, o formando com-
pañía. En el Monumental Cinema de la calle Conde de Aranda, 32, en
Zaragoza, será la gran figura central, rodeado por nom- bres de la
jota como José Oto, Felisa Galé, Camila Gracia. Gregoria Ciprés, Pascuala
Perie, Angela Aznar José Sierra. Félix Colás, Pilar Gracia, Pilar
Abad y Joaquin Peribáñez... Les acompañaban las rondallas Zaragoza
y Santa María. Veinte «profesores» y seis parejas de baile. Fue considerado
como un homenaje a la jota con sólo campeones y el mayor alarde espectacular
que hasta entonces se había presentado en Zaragoza Miguel Fleta se
maravillará de la potencia de voz incansable y le aconsejará: «Con
todo, no te debían dejar cantar así. Para descansar la voz, tienes
que cantar impostándola. Así descansa. Como lo haces no puedes durar.
Pero te puedo decir que me has puesto carne de gallina». Y el Ruiseñor
Navarro le respon- derá: «Don Miguel, yo el día que no pueda cantar
la jota así, me retiraré». Y seguir escuchando a Raimundo será para
Fleta una ilusión arrebatadora, hasta llegar a comentar. «Este es
un fenómeno. Este hubiera cantado ópera y por su tesitura asombrosa
nadie le habría igualado». Con esta aureola continúa Raimundo por
toda España en una elipse ascensional con Madrid y Navarra como su
doble centro. En la capital de España actúa en la Zarzuela, Fontalva,
Calderón, Alcalá, Barceló...; y los jueves. siempre que estuviera
libre, permanecía contratado para actuar en directo en Radio España.
En Navarra apenas habrá pueblo grande que no quisiera vivir sus fiestas
con el Ruiseñor Especialmente Tudela. Tafalla, Pamplona... Desde Tudela,
lo ve así un espectador: «Las alpargatas blancas con cintas rojas,
el pantalón blanco. una faja roja. la camisa blanca. un pañuelo encarnado
al cuello en forma de bandolera y una boina roja de amplio vuelo colocada
con cierto aire de orgullo... Esta es la indumentaria que a los escenarios
saca Raimundo Lanas, el navarro más cantador de jotas y el cantador
de jotas más navarro. Sobre todo, de esto Ultimo, no hay quién dude.
Este simpático mozo lleva tal cantidad de patriotismo regional dentro
de su cuerpo. que a borbotones le sale de su privilegiada garganta.
Sus jotas todas son preciosas. alarde de dominio de voz y gusto. Pero
cuando en ellas alude a su Navarra, aquello es la locura: se siente
más pujante. más bravo en el dominio de sus armas, su voz parece más
recia, y su estilo es algo tan suyo que sólo él es capaz de conseguirlo.
Pareciendo con todo esto como si quisiera decir al público: ¡Yo soy
de esta tierra! Navarra puede estar orgullosa de contar con un propagan-
dista de su jota tan formidable. A él y sólo a él debe su resurgimiento.
En Aragón, por ejemplo, han sido muchos los buenos cantadores que
se han ocupado de fomentar su estilo: en Navarra, hasta el advenimiento
de Lanas, no hemos conocido a ningún cantador de jotas que en su repertorio
hiciese tan delicado obsequio a su región. Lanas si. Este simpático
mozo va por todos los escenarios de España pregonando con toda la
fuerza de sus pulmones y con su típica ropa que es más navarro que
sus cadenas. más pam- plonica que la Rochapea y más tudelano que la
Mejana. Raimundo: Navarra entera te debe un homenaje de admira- ción
y cariño. Tudela está deseando verte para ofrecértelo. ven pronto.
¡Quién te puso Ruiseñor Navarro. tuvo un instante feliz de inspiración!
iNavarra tiene su trovador! El navarro más cantador de jotas y el
cantador de jotas más navarro. Este es Raimundo Lanas». Así se veía
el jotero de Murillo el Fruto en la espiral de sus éxitos por España
y más allá de los mares. |
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20
~ Con 'Ramper', el gran humorista
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Al
final de las fiestas del Pilar de 1935, Raimundo Lanas llega a encabezar
un elenco de 50 eminentes joteros, acompañado de José Oto, Felisa
Galé, Camila Gracia y Gregorio Ciprés. y de bailadores como los hermanos
Esteso, Tolosana, Arrieta y Marti. los días 17 18, 19 y 20 de octubre,
Así había reaparecido en Zaragoza después de su triunfal actuación
en Cuba. Méjico y Nueva York. Sus actuaciones se van sucediendo ininterrumpidamente,
tantas en número como en sus éxitos. De pronto llega en la prensa
nacional una noticia simpática e insólita, comentando los estrenos:
«En el Príncipe, Ramper y sus satélites. Ramper el genial caricato,
hizo ayer su presentación con el teatro rebo- sante de público. Trae
esta vez el celebrado humorista un selecto espectáculo, del que se
han suprimido aquellos núme- ros de mal gusto que aprecian obligados
en formaciones de este género arrevistado. Con ello lo verdaderamente
artístico ha eliminado casi en absoluto hasta la menor inconveniencia.
Fueron aplaudidísimos. Hemos de destacar la actuación de Raimundo
Lanas «El Ruiseñor Navarro», que entusiasmó al público con su magnifica
interpretación de jotas de todos los estilos Tiene nervio y gusto
este mozo y su inclusión en el espectáculo ha sido un acierto más
de Ramper Sus creaciones, que el público tanto aplaudió, son siempre
del más puro sabor navarro». Ya antes de la gira a Méjico había trabajado
Raimundo Lanas con Ramper Y se había llegado a escribir «Actuó muy
bien Raimundo Lanas, el llamado Ruiseñor Navarro. Bonita su indu-
mentaria y que se ve pocas veces en los escenarios. Los demás, también
gustaron. Y entre estos «los demás» incluimos a Rám- per. Hizo chistes
que fueron celebrados y aplaudidos, como el caballo de cartón con
el que se presentó a escena...». El programa del Circo Price será
encabezado por una fotografía destacada del Ruiseñor Navarro. Y con
Ramper marcha Raimundo de teatro en teatro y de éxito en éxito: «A
juzgar por la forma en que respondió el público, la empresa de la
Zarzuela ha encontrado el filón de oro para esta temporada, primavera
de 1936. Tanto el sábado 28 de mayo por la noche como el domingo 29.
tarde y noche, se puso en la taquilla el cartel de no hay billetes.
Y el público premió con grandes ovaciones todo el desfile de esta
gran compañía de variedades, en la que figuran siete grandes atracciones:
The 8 Golden Dancers, The 10 Iris Lerenaders Boys, El Ruiseñor Na-
varro, Moura and Carrys, Atinelly Bill y Wells, Ramper, Tina de Jarque
y Estrellita Castro...» Ramón Pérez, el popular de la gracia Ramper,
apreció siem- pre muchísimo al Ruiseñor Navarro: y Estrellita Castro
convivirá en los escenarios junto al matrimonio Lanas Bravo con la
mayor admiración hacia Raimundo. Seguía el Ruiseñor Navarro en la
cumbre de sus éxitos y la prensa lo resaltaba: «Sabemos que al divo
de la verdadera jota, El Ruiseñor Navarro, le sobran contratos. iEres
un hacha. Rai- mundo!...». «Vuelve hoy al Teatro Iris el formidable
estilista navarro Raimundo Lanas, a quien por cierto le han hecho
proposiciones para actuar en Buenos Aires y posiblemente marchará
a aque- 1las tierras hispanoamericanas antes de octubre...» «Pasado
mañana, lunes, en el Cine Barceló se celebrará un festival a beneficio
de las obras sociales de Tetuán de las Victorias, que con tanto entusiasmo
sostiene un grupo de damas unidas por el ideal de hacer el bien a
los necesitados. Excelente programa de película, y como final de fiesta
el popu- lar artista Raimundo Lanas. El Ruiseñor Navarro, creador
y autor de sus famosas jotas navarras, cantará desinteresada- mente
algunas canciones de su gran repertorio...». «Ayer tarde en el Gran
Teatro Iris, de Zaragoza, el espectá- culo mereció muy favorable acogida
por parte del público. De la actuación muy lucida del conjunto. destacan
Raimundo Lanas, conocido por el Ruiseñor Navarro, que cantó inimitablemente
diversos estilos de jotas...». En el Liceo de Salamanca con Ramper,
«el formidable can- tador Raimundo Lanas, el Ruiseñor Navarro, tuvo
que repetir algunas canciones ante los aplausos constantes» Y en Valladolid.
también con Ramper y sus satélites, como Lerin y el guardia torero,
malabaristas cómicos muy aplaudidos. «Raimundo Lanas, cantador de
jotas. tiene ocasión de mostrar su bien timbrada voz y su depurado
estilo...». |
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21
~ El 'Ruiseñor' en su nido
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En
su hogar de la calle Conde de Peñalver. 30, el matrimonio Lanas-Brávo,
don Raimundo y doña María del Carmen, viven una sencilla felicidad,
intima y cristiana, al margen de aureolas exteriores. Desde que se
levanta, y mientras se afeita, el gran jotero canta. Y en todo el
vecindario se hace silencio para escucharle. Para precisar las notas
de la escala musical utiliza dos versos de la plegaria de «Stradella»:
«¡Pietá, Signore!». Así entonaba su espíritu y su voz antes de ofrecer
sus jotas. Su piedad se había profundizado con los años. Confiaba
mucho en la oración. «Recen, Hermanas» suplicaba de corazón a las
religiosas, mientras esperaba el nacimiento de Raimundito Mi- guel,
su primer hijo varón, el día de la Inmaculada, 8 de diciem- bre de
1935. Pero Raimundo tiene que sacrificar su vida hogareña por sus
giras artísticas. Desde Zaragoza le escriben del Gran Teatro Iris:
«Tenemos mucho gusto en visitarle tan pronto como hagamos algún viaje
a Madrid sin perjuicio de que en el primer espectá- culo en que podamos
colocarle, contaremos con usted con verdadera satisfacción pues ya
sabe que le consideramos como de esta casa y recordamos con gusto
haber contribuido a que con extraordinaria rapidez escalara usted
el primer puesto in- discutible. que por méritos propios ocupa» Y
El Heraldo de Madrid. del sábado 11 de abril de 1936, comenta así
una fotografía de Raimundo Lanas en traje de calle, impecable: «¿
No han oído ustedes cantar jotas navarras a Rai- mundo Lanas? ¿Como
que no, si es el mismísimo Ruiseñor Navarro, al que todo Madrid ha
aplaudido recientemente en los llenazos de la Zarzuela. durante la
breve temporada de varieda- des que allí se han desarrollado hasta
el miércoles último? Hay muchos y muy buenos cantadores de jotas en
España, natural- mente... Pero que canten los estilos joteros de la
tierra de Julián Gayarre, el amigo de Hernández Girbal, su biógrafo,
no hay ninguno como el Ruiseñor Navarro. Palabra». |
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22
~ El Cine le llama
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En
abril de 1936, una empresa cinematográfica está dis- puesta a realizar
una película con Raimundo Lanas como prota- gonista. Ha lanzado ya
«La Dolorosa» del maestro Serrano, con Rosita Díaz y Agustín Godoy
«Los Claveles» , también del maestro Serrano, con María Arias y M.
Gabarrón: «El gato montés», del maestro Penella, con Pablo Herlogs
y María P. Le- brón: «El octavo mandamiento» , de E. Gargallo, con
Lina Ye- gros y R. Sentmenat «Aventura oriental» de A. Paso, con Casimiro
Orfas y Anselmo Fernández; «EL último contraban- dista», del maestro
P. Luna, con Miguel Fleta... A nombre de esta productora cinematográfica,
Klangfilm, le escribe su distribuidor en el norte de España, Miguel
Mezquiriz, desde Bilbao, el 30 de abril: «Querido amigo Raimundo:
He estado ocupadísimo estos días, con motivo de los exámenes de operadores
de cinemató- grafo, como vocal del Tribunal. Desde luego estoy interesado
en la filmación de la película de Navarra, y no tengo inconveniente
en encargarme de hacerla. explotarla y venderla, siempre de acuerdo
Con las personas interesadas. La idea está bien, y puede hacerse una
película documental de dos partes, con comentario, música, canciones...
Y si se puede disponer de 10.000 pesetas de plata, podemos llevar
a cabo un excelente documental. Espero, pues. tus noticias; y en el
caso de que el asunto se lleve adelante, tengo un excelente operador
(tomavistas) que podemos aprovechar. Imagino que el señor que me dices
de Tudela será D. Eze- quiel Endériz; y como le supongo conocedor
de Teatro y Cine- matografia, puede hacer perfectamente un buen guión
para editar la película. Me tienes a tu disposición y espero tus noticias
sobre el particular. Salúdale afectuosamente a tu esposa; y tú recibe
un fuerte abrazo de tu buen amigo, Miguel Mezquíriz». Una gran tragedia
se cernía sobre España que iba a truncar la carrera cinematográfica
del Ruiseñor Navarro ya desde el comienzo como primera estrella. de
la mano del insigne tafallés Miguel Mezquíriz.
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23
~ 'Jota Navarra'
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El
jotero de Murillo el Fruto, al margen de toda política partidista,
sigue cantando siempre el propio ser tradicional de su tierra. El
domingo 24 de mayo toma parte en el festival artístico celebrado con
motivo del VI aniversario de la fundación de la Casa de Aragón en
Madrid. Su sola presencia en el escenario hacía bien a toda España.
El periódico «informaciones» escribirá por entonces con el título
«jota navarra». «Hace tiempo, mucho tiempo, en Madrid había una pasión
frenética por la jota. En realidad, ese cantar era el verdadero himno
nacional. Por entonces el ser patriota, y aun patriota emocional,
no constituía signo de inferioridad ni atraso: y éra- mos muchos los
que sentíamos el escalofrío de la sublimidad al ver desfilar un pelotón
de soldados custodiando la bandera roja y gualda, o al oír el clarinazo
vibrante de una jotica, colgada en el aire hispano para alegría y
exaltación de sentimientos puros, blancos, pero recios y trascendentales,
como son siempre los del patriotismo. Luego, pasó todo aquello. Caímos
en este marasmo de ahora, en que decir o proceder como encendidos
patriotas causa risa a muchas gentes y a otras vergüenza. Ni la bandera,
ni la jotica, himno nacional español, conmueven a las gentes como
antaño. iCursilerías impropias de espíritus fuertes son todas estas
reacciones del subconsciente! Y sin embargo... Anoche, en un teatro-cine
de Madrid, donde se cultiva el género de variedades, escuchamos los
sones de la jota, de una jota navarra, que es quizá más caliente,
con calor de cordialidad española, que la misma jota aragonesa. La
cantaba un navarrico vestido de blanco... Cara ingenua, de hombre
de pueblo más que de artista escénico; limpia la voz, como la de quien
aún no sabe de trucos y defensas, y canta a pleno pulmón y con toda
su alma; sencillas las letras, con esa ingenuidad magnifica del sentir
popular expresado en rudimentaria, pero vibrante forma poética. Cantaba
bien el navarrico la jota de Navarra. Bien. Tan bien, que se adueñaba
poco a poco del auditorio y poco a poco iba convirtiendo la extrañeza
del público en entusiástica aten- ción. Una. dos, cinco jotas, y...
Yo miré a los que me rodeaban. Hombres y mujeres, Noté ya en su alentar
algo inusitado, pero claramente revelador de emoción. Noté en sus
movimientos y gestos un nerviosismo singular de pronunciada exaltación.
Y creí ver en el relumbro de muchos ojos inequívocas pruebas de frenesí
entusiástico. ¡Extraño fenómeno! La jota había conseguido comunicar
a aquellos centenares de españoles exactamente la misma impresión
que provocaba siempre a las multitudes hace un buen puñado de años.
¡Se sentía a España! ¡Se amaba a España! ¡Se exaltaba el fervor patriótico!
Y de nuevo aquel escalofrío emocional, que muchos sentía- mos antaño
ante todo lo que corporizaba a la Patria. corría por entre las filas
de espectadores que se entregaban al cantor navarro, que de Navarra
traía los dulces sones de una canción que por grande, por excelsa,
sólo puede sonar bien cuando las grandezas canta de la Madre Patria.
Y hubo alguien, uno, madrileño, un español legítimo que, asociando
el entusiasmo general al momento político, recor- dado quizás por
las vestiduras que ostentaba el navarrico can- tor, exclamó con incoherencia
magnífica; «¡Navarra! ¡Navarra! Cantas como lo que eres -¡¡¡ Corazón
de España!!!- ¡Malhayan los que oponen a tus grandezas oídos sordos,
torpes oídos de malos mercaderes! Y no pasó más. Pero fue bastante.
¡Ay si se cantara, todo lo que se debe, la jota!...». Y con «Ramper»
prosigue Raimundo. Si decir «Ramper» es decir risa, en el Teatro Romea
de Murcia manifestarán: «EL Ruiseñor Navarro, ya conocido de nuestro
público por actua- ciones pasadas, se hizo acreedor como entonces
a entusiastas aplausos por sus jotas tan navarras que interpretó magistral-
mente, teniendo que repetir algunas de ellas...». Difícilmente podía
el Ruiseñor Navarro mirar más alta su estrella... |
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24
~ El gran renovador
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«El
Ebro nace en Castilla. pasa por Rioja y Navarra, Aragón y Cataluña;
es el Ebro media España». Así cantaba el jotero de Murillo el Fruto
Y en el Ebro central vive las últimas fiestas de Logroño antes de
la guerra civil española de 1936. El miércoles 10 de junio actúa en
el Teatro Moderno de Logroño en «un grandioso fin de fiesta con la
actuación perso- nal del inimitables estilista de jotas navarras Raimundo
Lanas, El Ruiseñor Navarro, en sus nuevas creaciones de jotas, un
prodigio de voz y de estilo jamás igualado». Y la capital riojana
consideró su actuación como lo más reseñable de sus fiestas de San
Bernabé «Raimundo Lanas, tan conocido y estimado por el público logroñés
-no pasa un sólo día sin que lo oigamos por los aparatos radiofónicos-
cantó infinidad de coplas con variadísimos estilos, accediendo repeti
das veces al requerimiento del público que le aplaudió con el mayor
fervor y lo solicitó hasta rendirlo La jornada en sus dos funciones
constituyó para el cantador navarro un señalado triunfo». Igualmente
sucedía en todas sus actuaciones incansable mente Tudela destacó siempre
por su calor popular. El do- mingo 14 de junio le preparó tres galas
en el Teatro Cervantes a las 4, a las 7 y a las 10,15 con este pregón
vibrante «Tudelanos!. no dejéis de oír a vuestro paisano El Ruiseñor
Navarro». Y el cronista de Tudela comentará pronto en aquellos días
aciagos para España: «No todo son sinsabores y disgustos Tiene que
haber momentos de alegría, y uno de ellos fue el recibido el domingo
Reaparecía Raimundo Lanas, El Ruiseñor Navarro. en el Teatro Cervantes:
y el Público agotó las localida- des en las tres sesiones Lanas obtuvo
un gran éxito con sus jotas navarras, y las ovaciones fueron clamorosas».
Durante la primavera de 1936 Raimundo Lanas utilizó su triple fórmula
de actuación o en grandes compañías como la de Ramper o como en el
Gran Teatro Iris de Zaragoza, el sábado y el domingo días 11 y 12
de abril, centrando una formación ocasional de artistas de variedades,
o finalmente como fin de fiesta después de una película adecuada.
Desde 1934 era tal el éxito de Raimundo que un veterano periodista
nacido en 1846. Juan Pascual Esteban Echavarria, de Fustiñana, tuvo
que recordar la inmemorialidad de las aficiones joteras de Navarra
similares a las de Aragón y Rioja y cómo «con sus nuevos estilos»
era justamente el gran renovador. Ni más ni menos. |
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25
~ Periplo truncado por la guerra
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Nunca
le había ido mejor al Ruiseñor Navarro. que aquella primavera de 1936.
en compañías como la Ramper o protagoni- zando fines de fiesta al
tanto por ciento. En Tudela el 14 de junio de 1936 percibió en una
sola tarde 516 pesetas de plata por su actuación en el Teatro Cervantes
al 30 por 100. En otros recitales marchó al 40 por 100, al 50 y también
"a lo que usted quiera Ruiseñor" Hasta la Argentina y su Teatro Maravillas.
tenia que marchar para una larga temporada llena de contratos, también
en otras naciones. El 17 de julio debía salir con su esposa de viaje
a San Sebastián, donde le esperaban para entregarle la documenta-
ción Lo demora por la intranquilidad que se respiraba ese día en la
capital de España "Eso nos fue fatal -repetirá su esposa doña Carmen
Bravo--. para nuestra desgracia tuvimos que sufrir en Madrid todo
el invierno de la guerra» Una y otra vez seguía buscando a Raimundo
el Centro Navarro de Buenos Aires, desde su sede en la calle Moreno
3682. Y así le escribían el presidente, don Santiago Rada. y el secretario,
E. F Beramendi, el 10 de octubre de ese mismo año. Antes que la carta,
recibe Raimundo Lanas este telegrama de Buenos Aires el 11 de octubre
"Conviene visite urgente Ar- mando Marri, Mauso, 1. Barcelona, celebrar
contrato, escribi- mos aérea Centro Navarro». La carta, censurada,
tardó mucho en llegar y sin resultado posible. El Ruiseñor Navarro
veía a diario su vida en peligro en aquel Madrid revolucionario, de
signo marxista, durante el verano y otoño de 1936. Su esposa nunca
olvidará aquellos días: "Raimundo siempre había vivido al margen de
la política; pero por ser navarro fue detenido varias veces, sin llegar
a ser encarcelado. Sufrió varias "visitas nocturnas» de grupos anarquistas.
En una de ellas venían con el propósito decidido de matarlo sin más,
aquella misma noche, a raíz de una nueva denuncia que presentaba a
Raimundo como tradicionalista navarro. Cuando llamaron a la puerta,
Raimundo salió él mismo, impidiéndomelo a mi y encargándome a mi cuidara
mucho de los hijos después de su muerte. Mientras los dos rezábamos
profundamente en silencio, leyeron en alta voz su nombre: Raimundo
Lanas Muru yo soy, respondió él Y entonces suce- dió algo inolvidable.
Un joven del grupo anarquista. sorpren- dido. pregunta -¿Pero no serás
Raimundo Lanas, el de las jotas? -Si. Entonces aquel joven se vuelve
a sus compañeros y les dice inesperadamente Camaradas. aquí hay un
gravísimo error yo conozco a este hombre. pues soy de cerca de su
tierra, de Logroño. Y os aseguro: éste es mejor que ninguno de nosotros.
yo me hago cargo y respondo de él. Este joven logroñés conocía a Raimundo
Lanas porque lo había visto cantar en Los Amigos del Arte de Pamplona.
Doña Carmen Bravo se lo agradecerá siempre: "El fue quien nos puso
al corriente de quién había sido el denunciante y nos dio consejos
para lo sucesivo. Nos hizo algunas visitas después y siempre procuraba
traernos algún bote de leche o cualquier cosa para nuestros pequeños.
¡Qué agradecida le estoy! A raíz de esta salvación providencial por
medio de un aficionado a la jota, tuvimos que retirar todas las imágenes
que teníamos en casa. Sólo conservamos el escapu- lario que nos habían
regalado las Hijas de la Caridad españolas, muchas navarras, en la
residencia española para ancianos en Méjico, donde Raimundo marchaba
a cantar todos los días libres. Este escapulario lo guardamos donde
nadie pudiera imaginarse: en su pantalón de jotero. ¡Y cuántas veces
tuvo que apretarlo allí, con su mano izquierda durante aquellos meses
de penalidades y persecución religiosa y política en el Madrid del
segundo semestre de 1936! Y también. con tanta fe como buen fin, cuando
un resfriado lo mantenía afónico poco antes de una actuación de gran
compromiso». |
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26
~ 'Me descubro ante vosotros'
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El
hambre y la dureza de la guerra en Madrid se van cebando en el matrimonio
Raimundo Lanas-Carmen Bravo y quebran- tando su salud. Se han quedado
solos en su hogar de la calle Conde Peñalver 30, denominada ocasionalmente
Torrijos, 26. Ha fallecido el 8 de septiembre de 1937 su hijo Raimundo
Miguel. La hija mayor Raquel, está lejos, al otro lado del frente.
con sus abuelos de Pontevedra. Pero Raimundo, muy demacrado, tiene
que cantar sin remu- neración al igual que otros artistas amigos,
como Pastora Impe- río y Estrellita Castro: intentando, a pesar de
todo, siempre con sus letras y música que todos quedaran contentos
en la sala. y ninguno herido, de cualquier ideología que fuera. Providencialmente,
reanima el espíritu del hogar un nuevo fruto de su amor esperado próximamente.
Llega luminosa la fiesta de San Francisco Javier a quien Raimundo
ha llegado a componer jotas vibrantes en su intimidad. Y dos días
más tarde. el 5 de diciembre de 1937 nace con toda felicidad María
del Carmen, la hija que más le' iba a acompañar en los momentos más
difíciles, aunque sólo fuera con su presencia inspiradora de ternura
y cariño. Raimundo irradiaba siempre felicidad al nacer sus hijos.
En frase de su esposa, era un padre amantísimo para las criaturas.
Carga con ellos en brazos. pues imagina que ni la madre los sabia
llevar como él: y los acuna, les estampa besos y les canta; y todo
es soñar que años más tarde los presentará en las emisoras y en los
teatros: «porque mi chico va a cantar. porque mi chica va a cantar...».
«Para él los momentos de verdadera felicidad fueron su triunfo artístico
definitivo en Zaragoza, el día de nuestra boda y cada nacimiento de
nuestros cuatro hijos. Esto era para él la cosa más sublime y se creía
que sólo él era padre, o por lo menos padre de los hijos más guapos
y más listos del mundo: sentía verdadera locura por los niños y, además
de un esposo modelo. por eso mismo fue un padre excepcional» La guerra
se prolongaba, al igual que el hambre.. Raimundo Lanas seguía debilitándose
con ella. Ya no podía ir en bici a las afueras de Madrid con su amigo
Anastasio Garde, de CarcastiLLo, para traer verduras o un kilo de
patatas a cambio de ropas. Tiene que permanecer horas muertas, interminables,
de quietud en casa, ante su mínima dosis de energías. Cuando contempla
el paso de las brigadas internacionales piensa en las gentes de su
tierra que combaten en el otro frente y compone estas jotas que nunca
podría grabar:
No podréis con las virtudes
Que atesoran los navarros:
Vencen porque son creyentes,
Duros y disciplinados.
Montejurra, Las Bardenas,
El Perdón y El Carrascal,
Tierra de fibra y entrañas
Que nadie profanará.
Paisanos de mi Ribera,
De la Améscoa y del Baztán,
Me descubro ante vosotros
¡Viva Navarra inmortal!
De
ahí que en sus actuaciones sin retribución cantara siem- pre a su
tierra, a su Navarra. y comenzara invariablemente con aquella su creación
esperanzada:
En los montes de Navarra
Tengo plantada una flor:
Si el aire la bambolea,
Desde aquí siento el olor.
Su
salud sigue desmoronándose fatídicamente, Por fin con la primavera
de 1939 concluye aquella tragedia Emilio Antelo. casado con Josefina
Bravo, hermana de la esposa de Raimundo. entra con los nacionales
en Madrid, Es el padrino de Raquel, la hija mayor de Raimundo: y al
ver a los padres de su ahijada consumidos por el hambre y tan esqueléti-
cos, se impresiona hasta las lágrimas, Pero ante la alegría de Raimundo
y Carmen. prevalece el gozo de la familia reencon- trada y «pasan
una hora abrazándose y llorando» Pronto llegan también los navarros
a abrazar al Ruiseñor y saludar a su esposa, Un alborozo total se
apodera de Raimundo, que ve destellar en aquellas boinas rojas espíritu
y alegría, Como veterano alférez, aparece entre ellos su pariente
Alberto Más, de Pamplona Todos quieren oír las jotas del Ruiseñor.
Raimundo se sobrepone a su propia debilidad y canta con ilusión renovada:
sobre todo, durante aquellas convivencias fraternas en el Café Moka
de la calle de Alcalá, |
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27
~ El 'Ruiseñor' herido
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horrores bélicos habían terminado para Madrid el 28 de marzo de 1939
Raimundo Lanas profundamente enfermo. abraza y convive con aquellos
hombres de su tierra. El les ofrece todo lo que tiene: su voz única,
su simpatía y su enfermedad contraída en las penalidades del Madrid
en guerra, Y como es navarro y le quieren ayudar se incorpora jubilosa-
mente, aunque sólo sea para breves fechas. al Tercio de Nava- rra,
Sexta compañía, donde ocupa un puesto de responsabili- dad su pariente
Alberto Más, Como fotografía, utiliza en el documento la misma de
jotero que fue el uniforme de su vida. Pronto recibe una orden que
es más bien un salvoconducto para ir en comisión de servicio a Pontevedra,
Los hombres de su tierra buscaban así dar al Ruiseñor Navarro la mayor
alegría en aquellas jornadas. Allí podía recu- perar su salud en casa
de la familia de su esposa. Allí le espera su hija mayor. a la que
no ha visto en aquellos tres años crueles, ya que Raquel había pasado
allí toda la guerra, Y en El Grove, de las rías gallegas. mejora algo,
aunque no consigue reponerse suficientemente de aquel su debilitamiento
general que oculta una enfermedad múltiple Llega a actuar en el Teatro
Principal de Pontevedra en un fin de fiesta con el éxito de siempre
y un esfuerzo descomunal El padre de Carmiña. la esposa de Raimundo.
sube al camerino y llora con ellos, al contemplarlos tan esqueléticos.
Raquel es allí el gran consuelo. Raimundo presumía de ella, como siempre
«Carmiña, ésta es listísima». De Pontevedra regresa a Madrid en agosto,
ya todo en paz, tras el fin de la guerra. Después vuelve a hacer el
matrimonio un rápido viaje, esta vez a Barcelona. para ver a Miguel
Cenoz. artista del dúo, de la guitarra y del volante, un navarro entrañable,
Su nombre iba a quedar unido al Ruiseñor Navarro en los discos, en
la amistad y en la vida, Entonces puede Miguel conocer a Mari Carmen,
la hija de Raimundo, nacida en medio de la guerra, y que sólo cuenta
algo más de año y medio. Raimundo no termina de superar su debilitamiento.
y se le declara en la ciudad condal una enfermedad que le impulsa
a beber agua continuamente. Apenas le es posible, regresan a Madrid.
para ir después a Navarra y pasar la temporada de septiembre en casa
de su madre, A pesar del gozo familiar nativo, vuelve a encontrarse
mal. A Murillo el Fruto le llegan planes y contratos para Argentina,
Méjico, Madrid, Iris Park de Zaragoza y la casa de discos Pero el
Ruiseñor Navarro prefiere recuperarse primero y rechaza los contratos,
Durante el mes de octubre visita en Zaragoza a un gran especialista
que le han recomendado sus amigos del Teatro Iris Después de múltiples
pruebas, se le diagnostica diabetes aguda. La esposa misma aprende
en Zaragoza a ponerle las inyecciones de insulina. Con una alimentación
escogida y frutos secos abundantes. comienza a ganar kilos y se siente
un hom- bre nuevo, De regreso a Madrid. vuelve a su actividad musical,
con miras a pasar lo antes posible a Buenos Aires, El mismo supera
todas las dificultades. Esperan el nuevo fruto de su amor para comienzos
de la primavera próxima Y como piensa prolongar su estancia en la
Argentina, tranquiliza a su esposa: «¡Qué ilusión ver nacer a nuestro
cuarto hijo! ¡Será chico y se parecerá al que se nos murió .Como tú
los crías sin ayuda de nadie, no importa que tenga que nacer en Buenos
Aires...». Pero el Ruiseñor Navarro no volará a Buenos Aires. ni verá
nacer a su nuevo hijo, En estas Navidades ya inmediatas de 1939 volará
a Navidades Eternas.
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28
~ Arguedas, último escenario
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madre de Raimundo, doña Evarista Muru. quiere que el hijo venga a
su pueblo natal, Murillo el Fruto, en Navarra, para pasar juntos las
primeras Navidades después de la guerra Fiel hijo siempre, Raimundo
viene a la tierra querida con su esposa doña Carmen Bravo. que espera
el cuarto retoño para antes de la primavera, y con la hija de dos
años María del Carmen, En gozo familiar navarro pasan la Nochebuena
y la fiesta de Pascua, una de las más felices Pascuas de su vida,
Era como para ser envidiada la trayectoria admirable y fulgurante
de aquel paisano internacional Viene también a verlos una hermana
de la madre de Rai- mundo. doña Porfiria Muru, casada con el veterinario
don José Almárcegui, de Sos. titular entonces en Fuendejalón de Zara-
goza, Y les ruega que antes de volver a Madrid pasen a visitar a su
tío y sus primos de Fuendejalón, donde ya habían prometido que cantaría
allí el Ruiseñor Navarro, de quien todo el pueblo era entusiasta seguidor.
Raimundo acepta También ha llegado desde Arguedas, pueblo entrañable
de Navarra. Rafael Cancio, para que actúe el día 27 en un fin de fiesta,
después de la película en el Cine Arguedas, regentado por Agustín
Resa y Antonio Miranda. Y en Arguedas, sobre la misma tierra navarra
que había escuchado gozosamente las primeras jotas arrebatadoras de
su Ruiseñor , alcanza Raimundo la tarde navideña de este 27 de diciembre
de 1939, miércoles, el mismo éxito incomparable de sus mejores actuaciones
a ambos lados del Atlántico.
Aunque nevaba y llovía
Atravesé las Bardenas:
Pero como te iba a ver
Me pareció primavera.
Gustaron
mucho en Arguedas el arte, la voz y la simpatía de aquel jotero universal
de Murillo el Fruto. Y no terminaban de obsequiar con la mejor hospitalidad
navideña de sus hogares a él, y a su esposa que había vuelto a estar
como siempre atendiéndole en el camerino y entre bastidores. Había
acompañado en las jotas una célebre Rondalla de Arguedas, que por
la elegancia de su presentación era denomi- nada popularmente «Los
Tirillas» Antonio Miranda, director y José Gil. violines: Antonio
Gil y «el señor Juan» guitarras: y Victorino Salinas, flauta. Día
feliz para el Ruiseñor Navarro este 27 de diciembre de 1939 en el
Cine Arguedas, que posteriormente se llamará salón y Cafetería Beymar.
y tertulias finales joteras con Cándido Les y Alfonso Les. Después
de pernoctar en la familia acogedora de Modesto Mena, Raimundo y su
esposa, entran en la casa de Rafael Cancio a despedirse de él, antes
de tomar el autobús para Zaragoza. Para entonarse contra el frío invernal.
les insisten allí a que participen de las pastas y el anís típicos.
Raimundo Lanas, recordando su régimen diabético, apenas las prueba.
Además. por su canción siempre ha preferido no fumar y beber sólo
agua del tiempo. Nadie imaginaba que la tarde anterior el Ruiseñor
Navarro había cantado en Arguedas las últimas jotas de su vida. |
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29
~ Las Pascuas de su felicidad
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En
Zaragoza visita a sus amigos, los propietarios del Teatro Iris: y
al médico especialista. como por guardar un detalle. El Ruiseñor Navarro
puede soñar sin trabas en su jira por el hemisferio austral americano.
De repente, aquella misma tarde del 28 de diciembre, al ir a tomar
el coche para Fuendejalón. su organismo se derrumba internamente.
como fundido en la profunda debilidad que le había minado durante
el hambre, las penurias y los riesgos del Madrid bélico. Se siente
mal. con un extraño mareo. Y apenas acomodado en el autobús, apoya
la cabeza sobre el hombro de su esposa y continúa igualmente mareado
durante todo el viaje. Contra todos sus deseos, no puede cantar en
Fuendejalón: ni siquiera corresponder brevemente a la Rondalla que
viene a saludarle. El pueblo de Fuendejalón, ansioso de oír, escucha
comprensivo y resignado, de labios de don José Almárcegui, la contrariedad
inesperada. Y Raimundo, como si aquello fuera sólo un corte de diges-
tión. se acuesta tranquilo. después de haber devuelto una y otra vez
todos los alimentos ingeridos. Piensa encontrarse mejor a la mañana
siguiente, permanecer allí el 29. regresar a Murillo el Fruto, donde
recogerá a su hija María del Carmen. y pasar la Noche Vieja en su
hogar de .Madrid. Pero el 29 amanece peor, tras una mala noche. Se
llama a su doctor de Zaragoza. Nadie puede imaginar la evolución fulmi-
nante de aquella enfermedad múltiple, traidoramente agazapada en su
quebrantado organismo desde el mal régimen, la des- composición y
los sobresaltos de la guerra Llega el especialista el día 30, lo encuentra
en coma diabé tico profundo y no vacila en manifestar la gravedad
Doña Carmen Bravo, la esposa de Raimundo, avisa inme- diatamente a
Murillo el Fruto. para que vengan y traigan a la hija de dos años,
María del Carmen. El doctor se queda todo el día, aplicando todos
los remedios médicos posibles, antes y des- pués de este su dictamen:
iNo hay nada que hacer! Viene el sacerdote del pueblo, que le presta
solícitamente su asistencia y los auxilios espirituales. Todo Fuendejalón
está consternado. Ante la presencia de la hija pequeña. que le besa,
Raimundo Lanas llega a reaccionar momentáneamente. con su ternura
gozosa de padre bueno. El domingo, 31 de diciembre, ha amanecido sin
esperanza médica. La esposa no le ha dejado un momento, ni de día
ni de noche. siempre a su vera, ofreciéndole su cariño, su calor y
su vida. «Sólo quisiera morir en vez de él o con él». A la una y media
de la tarde navideña del 31 de .diciembre de 1939, a sus 31 años,
muere en Fuendejalón. Zaragoza, Rai- mundo Lanas, el Ruiseñor Navarro,
para vivir las Pascuas sin fin de su Felicidad inmarcesible. Con su
voz y sus jotas, su recuerdo y su imitación, quedará para siempre
en Navarra y España, en Hispanoamérica y en el mundo, como una figura
ideal del Romancero. |
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30
~ Un decenio para siempre
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Recién
superada la guerra española, Europa había comen- zado a arder con
la mundial y ...
En una tarde de invierno.
Fuendejalón vistió luto,
Por el Ruiseñor Navarro.
Nacido en Murillo el Fruto
Es
el año 1939, su último día, Fuendejalón. tan aficionado a la jota,
mantendrá, en frase suya. «como un justo orgullo y como una gloria
haber tenido en su cementerio durante diez años el cuerpo de este
gran artista y con frecuencia lo sigue recordando. a pesar de su brevísima
y penosa estancia en el pueblo». A imitación del párroco bueno, que
nada quiso percibir por su servicio en los funerales, el pueblo todo
acoge entrañable- mente con generosidad al Ruiseñor Navarro que hizo
a Fuen- dejalón la visita última de su vida. Pero en 1949 ya puede
celebrar Navarra el primer decenio del fallecimiento de su gran jotero,
una vez alejada en Europa la tragedia bélica. Tudela ha soñado con
ver reposar en ella los restos de quien tanto la cantó. Murillo el
Fruto agradece este cariño, pero Raimundo es su hijo esclarecido:
y a su pueblo natal regresarán sus restos añorados. Pamplona vibra
el primero de febrero de 1949 con la inicia- tiva. presentada por
el periodista Miguel Ángel Astiz en El Pensamiento Navarro, de encomendar
a Los Amigos del Arte un homenaje a Raimundo Lanas en este su decenio
y la celebra- ción de misas en Pamplona y en Fuendejalón. Las iniciativas
todas se aúnan. Y el 26 de marzo en el local social de los Amigos
del Arte se constituye la Comisión Navarra de Homenaje a Raimundo
Lanas y traslado de sus restos a la tierra natal. Presidente: don
José María Iribarren, consejero foral y delegado de folklore de la
Institución «Príncipe de Viana», en nombre de la Diputación de Navarra.
Vocales: don Ciriaco lbáñez y don José María Pérez Salazar en nombre
del Ayuntamiento de Pamplona: don Santiago Marsellá. en nombre del
Ayuntamiento de Tudela: don José Eraso y don León Vi- cente, en nombre
del Ayuntamiento de Murillo el Fruto: don Nicolas Velasco y don Antonio
Laplaza, en nombre de «Los Amigos del Arte» de Pamplona: don Jesús
Navarro, en nombre de la agrupación artística «Los macanudos», de
Tafalla: don Anselmo Jiménez y don Julio Uche, en nombre de «Los amigos
de Raimundo Lanas», en Tudela. Secretarios: don Miguel Ángel Astiz
y don José María Zamarbide. Seguidamente la comisión en pleno acude
a su primer acto inaugural en el Teatro Gayarre. «Pocos espectáculos
en Pamplona han alcanzado el éxito de este Festival de jota en homenaje
a Raimundo Lanas. Se veía el patio de butacas con gente de pie Sencillamente
imponente. Además se dio el caso de no poder entrar varios grupos
llegados de los pueblos La comisión organizadora decide repetir la
fiesta, en obse- quio a estos entusiastas que no lograron entrar en
el Teatro Y al día siguiente a las doce. se repetía el festival en
el Olimpia. Éxito también artístico, como podía esperarse. La jota
vi- brante, valiente y sentimental, tuvo la mejor expresión que podía
desearse. Fue un desfile de joteros de fama bien ganada. El espectáculo
comenzó con el ofrecimiento del homenaje, que hizo en nombre de la
organización el joven Eduardo Ba yona. En frase llena de encendida
cordialidad, Bayona dedicó este festival al «Ruiseñor» que, volando
por la región de la jota, llevó con su canto el amor a su tierra.
Después de la semblanza de Raimundo y a nombre de los grupos coreográficos.
el Obe- rena. con su rondalla, hizo una exhibición de baile en ambos
estilos, la Ribera y la Montaña. La rondalla y las parejas de baile
arrancaron muchos aplausos. Y comenzó el desfile de joteros. Lo inicia
el niño Pascual Lanas sobrino de Raimundo que demostró haber heredado
parte del caudal artístico de su tío. Sigue Jesús Garraza de Allo.
¡Qué bella jota y qué formida- blemente cantada la segunda de la serie
de este mozo simpá- tico! El público se desbordó con sus aplausos.
Canta a continuación, con exquisito buen gusto y bello timbre, María
Jesús Pérez, de Peralta Y cierra esta primera parte el excelente jotero
murchantino «Manuel de Pamplona». En la segunda, se representa una
estampa escénica de Miguel Ángel Astiz, titulada «La Ronda a las Mozas»
El grupo de rondadores se exhibió muy bien en aquellas callejas que
aprecian de Aibar o de Ujué. obra maestra del gran escenógrafo Lozano
de Sotés. Las primeras canciones están a cargo del niño Pascual Lanas
y del formidable jotero de Allo, Jesús Garraza, que volvió a impresionar
gratísimamente al auditorio. Y cantan luego tres célebres joteros
Jesús Molviedro, de Viana y vecino de Funes: Juan Navarro, campeón
de jota tafa- llés; y desde Murchante, Manuel de Pamplona, la primera
vez acompañado al piano por el profesor Munárriz y la segunda por
la rondalla de «Los Amigos del Arte». El público no se cansa de oír
y las ovaciones se hacen interminables. «Los Amigos del Arte». bajo
la dirección de Saturnino Sor- bet, fueron irreprochables, como tantas
veces. El Ayuntamiento de la Capital puso a disposición de las representaciones
de Murillo el Fruto. Tudela y Tafalla... el palco presidencial del
Gayarre» En las con memoraciones todas, de este primer decenio del
vuelo para siempre del Ruiseñor Navarro, iba a seguir apare- ciendo
ante todos Raimundo Lanas como un romance vivo. |
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31
~ Al sol de su tierra
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En
marzo de 1949, la Comisión navarra de homenaje y traslado de restos
de Raimundo Lanas recibe dos regalos significativos un modelado en
barro del escultor peraltés José Ulibarrena. a la memoria de Raimundo
Lanas con el titulo «La Jota» , y del que se hará cargo el ayuntamiento
de Murillo el Fruto: y un arca artística para la custodia definitiva
de los restos del Ruiseñor Navarro, ofrenda de la funeraria Azcona.
En Murillo el Fruto se tiene que repetir el domingo 24 de abril dos
veces el festival del Gayarre, ampliado además con otros artistas
de la jota: Pedro Sánchez. de Murchante, Jesús Molviedro, Máximo Llaria.
de Carcastillo: así como el gran dúo campeón de esta misma Villa Eugenio
Echegoyen y Manuel Alfaro que hicieron gala de su calidad de joteros
y de su buen humor También acude a este homenaje el campeón de jotas
aragonesas Mariano Seral llegado de Zaragoza. que con su traje regional
aragonés canta emocionadamente al Ruiseñor Navarro. La función de
la tarde ha estado presidida por el ayunta- miento de Carcastillo
y representaciones de los ayuntamientos de varios pueblos de la Ribera.
Con el cinema Brun rebosante, inicia el acto una orquesta de Carcastillo
interpretando música navarra, para dar paso a una dedicatoria del
homenaje por el concejal del ayuntamiento de Murillo el Fruto. don
Santiago Esparza. que el público acoge con grandes aplausos: «La Jota
navarra ha cobrado dimensio- nes universales por obra y gracia de
Raimundo Lanas. aquel hombre sencillo. humilde y grande...». En abril,
Murillo el Fruto vibra con su Ruiseñor, al unísono con el bando de
su alcalde don Leoncio Goñi. Hasta que la mañana del sábado 14 de
mayo de 1949, una comisión del ayuntamiento de Murillo el Fruto, presidida
por el teniente de alcalde don José Eraso. realiza en el cementerio
de Fuendejalón, Zaragoza, la exhumación de los restos de Rai- mundo
Lanas, trasladándolos de su nicho a la artística arca en la que habrán
de traerse al pueblo natal del «Ruiseñor Navarro» A última hora de
la tarde llega a Fuendejalón un coche de la Diputación Foral con varios
miembros de la Comisión Navarra de Homenaje. Muchas y muy afectuosas
atenciones en las autoridades de Fuendejalón con los comisionados
navarros. A las ocho y media de la mañana del domingo. se pone en
marcha la caravana con los restos de Raimundo, después de rezarse
un responso. En el limite de Navarra espera la policía de carreteras
de la Diputación Foral, que escoltará al coche mor- tuorio a lo largo
de todo el recorrido. En la entrada de Tudela espera la Banda Municipal.
que se une al cortejo interpretando marchas fúnebres hasta la puerta
del Teatro Gaztambide, donde se celebra el acto de «homenaje y sufragio»
a Raimundo Lanas, que tanto vivió y cantó en sus jotas a esta ciudad
navarra. Presiden la ceremonia la viuda de Raimundo Lanas. doña Carmen
Bravo acompañada de su hija María del Carmen. el alcalde de Tudela
y los miembros de la Comisión Navarra de Homenaje: representando a
la capital de la Ribera. don Santiago Marsellá. concejal, don Anselmo
Jiménez y don Julio Uche. El clero de la parroquia de Santa María
canta un solemne responso. A continuación son leídas unas bellas cuartillas
de homenaje a la figura del «Ruiseñor Navarro» y unas poesías muy
sentidas originales del presbítero corellano don José María Mateo:
siguiendo a continuación la comitiva hacia Murillo, y con ella la
viuda de Raimundo Lanas y su hija. Los tudelanos hacen entrega de
una espléndida corona de flores, con su dedicatoria: y se coloca también
otra corona, dedicada por la viuda de Raimundo Lanas, junto a la que
ya lleva el coche ofrecida por el Ayuntamiento de Murillo el Fruto.
Numeroso público, a pesar de la persistente lluvia que no cesa desde
la salida de la comitiva de Fuendejalón, acude a este acto que resulta
verdaderamente emocionante en su sencillez A las doce del mediodía
llega la caravana a Santacara. Aquí espera el diputado foral de la
merindad, don Carmelo del Villar , hijo de Santacara, la parroquia.
con cruz alzada. entona un responso solemne. Y la comitiva sale hacia
Murillo el Fruto: en ella el diputado foral don Carmelo del Villar
y una representa- ción del Ayuntamiento de Pamplona, formada por los
señores don Ciriaco lbáñez. don Rogelio Cojeces y don Jesús Gonzalo
El pueblo entero espera en Murillo. Doblan las campanas de la parroquia.
Y los restos de Raimundo son depositados en el atrio, mientras se
inicia un solemne funeral en sufragio de su alma. En el presbiterio
toma asiento don Carmelo del Villar por la Diputación Foral. Celebra
la misa el párroco de Murillo el Fruto, don José Oroz. ayudado por
don Agustín Arbeloa, capitular de la catedral de Pamplona, y por don
José Aoiz. párroco de Carcastillo. Interpreta maravillosamente la
Misa de Perossi, y el responso del mismo autor el Coro de Carcastillo.
Terminada la ceremonia religiosa, salen de la parroquia la cruz y
el clero y los restos de Raimundo Lanas son portados al cementerio
donde han de recibir cristiana y definitiva sepultura. Forman en la
presidencia las autoridades y representaciones con los familiares:
y sigue todo el pueblo. que se suma en masa a estos póstumos actos
de sufragio y homenaje. Ante el mausoleo abierto, es depositada la
caja. Y después de rezarse un responso. el concejal del Ayuntamiento
de Murillo el Fruto, don Santiago Esparza. lee, con los ojos llenos
de lágrimas y en medio de la emoción general, unas cuartillas exaltando
la memoria de Raimundo Lanas. El mausoleo, obra del escultor navarro
José Ulibarrena, es unánimemente elogiado. Asisten a este acto. como
al solemne funeral, además de las representaciones citadas, las de
los Ayuntamientos de Santa- cara, Carcastillo y Mélida oficialmente:
y una gran cantidad de público de los pueblos vecinos. Desde el cementerio
se trasladan después autoridades y representaciones hasta el hermoso
Ayuntamiento de Murillo el Fruto. En el salón de sesiones, el secretario.
don León Vicente, glosa el por qué y para qué de colocar en este salón
el retrato de Raimundo Lanas, regalado al Ayuntamiento por el artista
pamplonés don Timoteo Vicente: y seguidamente se descubre el cuadro.
Después. el Ayuntamiento de Murillo el Fruto obsequia con una comida
a sus invitados, terminando así los actos de home- naje a Raimundo
Lanas y traslado de sus restos. jornada de emoción y entusiasmo. José
Ulibarrena había entregado su modelado en barro con esta dedicatoria:
No sé yo cantar bien la Jota.
Y expresarla quiero hasta el alma
En este sencillo boceto
Dedicado a Raimundo Lanas.
Presencia
sentida, homenajes, memoriales festivos, imitación ilusionada. Así
continúa siendo en las jotas Raimundo Lanas, romance vivo. |
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32
~ El eco de su voz
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Raimundo
Lanas, (Murillo el Fruto 1908-Fuendejalón 1939). Fué
el gran renovador de la Jota Navarra. Abandonó la línea
melódica de la Jota de Ronda, alejándola de la Aragonesa,
dotando a la Jota Navarra de una fuerte personalidad propia, produciendo
un renacimiento del Romancero Navarro.
Lanas marcó un hito en solitario llevando la Jota mas allá
de nuestras fronteras, llegando incluso a generalizar el uso del
traje rivereño, convirtiendolo en símbolo de toda
Navarra.
El jotero de Murillo poseía una tesitura muy alta y dominaba
con limpieza los adornos mas comprometidos, gracias a una garganta
prodigiosa, lo que unido a su caracter renovador le llevó
a convertirse en el máximo exponente de la Jota Navarra,
nunca jamás igualado. Por todo ello le otorgaron en Zaragoza,
el álias de 'El Ruiseñor Navarro'."
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