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El
triste y recientemente desaparecido Valeriano Ordoñez, fue sin duda
alguna el hombre a través del cual hemos conocido más y mejor
la Jota, el que nos ha transmitido la verdadera esencia de éste
canto popular. No en vano fue el más destacado estudioso e investigador
de la misma, a la que amó profundamente como 'expresión popular
del sentir de Navarra', su adorada tierra. Ordoñez fue hasta el
último día de su existencia, un hombre fuerte, vital,
tolerante y comunicativo, poseyendo una personalidad arrolladora.
Viéndolo, uno podría haber pensado que se trataba de un personaje
de novela, irreal, hecho de una pasta especial distinta a la del
resto de los mortales. Un hombre irrepetible, una persona extraordinaria
adorada por cuantos le conocieron.
Nació en Torres del Río, junto a la iglesia de la Orden del Santo
Sepulcro. Ya para los cuatro años se conocía de menoría las auroras
de su pueblo y los cantos de los cofrades de la Cruz. De sus padres:
Ismael y María Nieves, aprendió las primeras jotas. Estudió en Sangüesa,
pasando posteriormente al colegio situado en el castillo de Javier.
De su familia, él y dos hermanos ingresaron religiosos, partiendo
para misiones a la India y Paraguay. Ejerció como profesor de Griego,
literatura y filología. Espacios radiofónicos, conferencias, trabajos
de investigación, y un largo etcétera jalonan la vida de este escritor
navarro. Valeriano Ordoñez probó su 'savoir faire' como escritor
en diferentes publicaciones con éxito editorial, como se puede comprobar
por las numerosas reediciones de alguno de sus títulos. Pero lo
que está claro es que fue navarro y que amó a la Jota. Su
estilo es académicamente apasionado. Convierte a la Jota en un tema
histórico y de su mano pasamos de los romanos a los árabes, de Valencia
a Canarias, de Zaragoza a Navarra. A través de él, aprendemos que
la Jota es mucho más que unas canciones en una romería o después
de un buen ágape. La Jota es como él diría 'el alma lírica del pueblo'.
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